Aunque sucedan episodios dolorosos dentro de la Iglesia es necesario que hagamos valer la vocación sacerdotal y seamos capaces de sostener el nivel de toda conversación y discusión al respecto.
Pidamos a Dios que a ejemplo de los santos Timoteo y Tito, nuestros obispos por sucesión apostólica preserven la sana doctrina y la práctica de la fe como cristianos católicos.
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[Predicación en la Parroquia de la Inmaculada Concepción en San Luis Potosí, México.]
Parte 2 de 2: Realidades humanas de la Iglesia
II. PROPÓSITO DE CRISTO CON LA IGLESIA
* ¿Jesús porque no escoge algo mejor?
Porque así nos daba esperanza a todos los demás: a pesar de las tantas imperfecciones, Él no nos echa, sino nos educa para que así nuestros corazones ardan con la Palabra. Jesús es claro en la denuncia de nuestras imperfecciones, pero después del regaño, con cariño, humildad y paciencia nos explica las escrituras para que como los discípulos, pueda arder nuestro corazón con fuego.
Porque muchas veces la gente buena, la que no encuentra de que convertirse siempre esta en una actitud mezquina de darle a Dios el mínimo y que Dios me agradezca: Jesús hubiera podido llamar gente aparentemente mas perfecta, pero muchas veces las personas que consideramos mas perfectas, son simplemente las personas que saben esconder mejor sus pecados. Los pecados que son más visibles y públicos, son pecados más fáciles de reconocer y en esa medida, es más fácil que la persona entre por el camino del arrepentimiento. En cambio lo más difícil en la iglesia es lo que se ha llamado “la conversión de los buenos”. Ellos no saben de qué convertirse, nunca ayudan porque creen ya haber hecho mucho; en cambio las personas que todo el mundo despreciaba, al convertirse son los que mas trabajan.
* El que tiene la experiencia de conversión, lo que siente es mas apetito y hambre de Dios, más ganas de servicio y evangelización.
* “Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella”, es decir que Cristo no solo quería reflejar él, la bondad y el poder de Dios, sino que cada uno de nosotros se convirtiera en reflejo de ese mismo amor. De aquí sacamos tres consecuencias:
(1) No se puede amar a Cristo sin amar a la Iglesia.
(2) Cristo es la cabeza y el cuerpo es la Iglesia; no se puede lastimar el Cuerpo de Cristo sin ofender a Cristo.
(3) Cristo es el esposo y la Iglesia es la esposa; si se habla mal de la Iglesia, Cristo, como su esposo, se ofenderá.
Todo el propósito de la misión de Jesús se resume con estas palabras de San Juan “Reunir a los hijos de Dios dispersos”, refiriendose a la pasión del Señor; murió Cristo para reunir a los hijos de Dios dispersos para que hubiera un solo rebaño. El no quiere una colección de ovejas sino un rebaño. Cristo quiere que haya una Iglesia sobre la piedra de la fe de Pedro .
III. CÓMO PODEMOS AYUDAR EN LOS MOMENTOS DIFICILES DE LA IGLESIA
* ¿Qué debemos hacer nosotros frente a las evidentes imperfecciones de la Iglesia para así poder amarla mas?
Debemos orar, no solamente para que los sacerdotes no se equivoquen, sino para que tengan el vigor y el poder del Espíritu y así tener humildad y arrepentimiento de su pecado. Que se encargue la justicia civil o penal en lo que tiene que ver con este mundo y que se encargue la Iglesia en lo que tiene que ver con su oficio, nuestro deber es la oración.
No vamos a ocultar el pecado de los sacerdotes, pero tampoco lo vamos a estar repitiendo ni agrandando.
Debemos prevenir estas imperfecciones y la mejor prevención, es la sana amistad con los sacerdotes, en especial la amistad con las familias porque los sacerdotes así como los laicos, cometen los peores errores cuando sienten que la soledad los agobia.
[Predicación en la Parroquia de la Inmaculada Concepción en San Luis Potosí, México.]
Parte 1 de 2: Relación entre el amor a Dios y el amor al prójimo
* Cuando uno habla de Jesucristo es fácil quererlo , pero al hablar de la Iglesia, no es tan fácil quererla. El papa Francisco habla de la necesidad de mantener unidos el amor a Cristo y el amor a la Iglesia porque “no se puede amar a Cristo si no se ama a la Iglesia.” Nosotros somos los hijos de la Iglesia. Su realidad es misteriosa porque en ella están presentes lo humano y lo divino pero tiene llagas que son sobretodo nuestros pecados y como hijos debemos amarla, cuidarla y curarla.
* Se tocarán tres temas:
– RELACIÓN ENTRE EL AMOR A DIOS Y EL AMOR AL PROJIMO
– PROPÓSITO DE CRISTO CON LA IGLESIA
– COMO PODEMOS AYUDAR EN LOS MOMENTOS DIFICILES DE LA IGLESIA
I. RELACIÓN ENTRE EL AMOR A DIOS Y EL AMOR AL PRÓJIMO:
* En la Escritura aparece que apenas se rompe el vinculo de amor y de unidad entre el hombre y Dios, de inmediato se rompe también el vínculo entre nosotros los seres humanos, es decir que apenas se daña el amor a Dios, se daña el amor al prójimo. Amar a Dios es amar lo mas perfecto en cambio amar al prójimo es amar las imperfecciones que cada uno de nosotros tiene.
* Nosotros como humanidad somos como un poema que pronuncia y crea Dios, por eso cada una de sus sílabas tiene que ser perfecta, y esa perfección es lo que se llama la santidad. Si una de ellas estuviera borrosa, no se vería tan claro el mensaje. Dios ha expresado su ser, gloria y bondad en un poema que es la creación y en esa creación las siglas mas significativas somos nosotros los seres humanos y es el pecado el manchón que no deja ver la gloria de Dios de modo que siguiendo la analogía, el manchón deja entrever a medias el poema de Dios.
* Así el demonio tiene enemistad con la mujer y quiere destruir el plan que Dios tiene para ella empezando por el encargo en el que nada y nadie puede reemplazarla que es dar humanidad, es por eso que el demonio la detesta. Pero también a todo ser humano, porque el demonio quiere destruir el poema de Dios. De aquí se pueden entender 3 cosas importantes:
(1) El pecado que cada uno de nosotros comete, no se queda únicamente en sí mismo, sino que atenta contra la gloria de Dios.
(2) Dios siente dolor por la pérdida de un hijo, lo pierde cuando esta en el pecado.
(3) Cuando se le enseña a un ser humano de quién es hijo y quién le ha amado, se esta limpiando lo que estaba manchado.
* La irrompible relación del amor a Dios y al prójimo es esta: PORQUE AMO A DIOS, QUIERO QUE BRILLE LA GLORIA DE DIOS EN LA VIDA DEL PRÓJIMO. El amor al prójimo no es un asunto de simpatía, es el deseo de que aparezca la luz y el amor de Dios en él.