Presencia de Dios, 3 de 4, Que contiene la vida?

* El barro necesita la presencia de la mano del alfarero: no sólo un toque, no sólo un momento; necesita la presencia. También la viña necesita el cuidado y la presencia de la mano del viñador. Cada poda es como una redirección en los recursos de la planta (su savia); así también Dios, al tomar lugar firme en nuestra vida, hace posible que nuestras fuerzas se multipliquen al concentrarse en lo que es bueno y no estéril.

* Pero, ¿qué es la vida? ¿Cómo medirla? La vida puede medirse por el amor que aprendemos a descubrir y que vamos dando a nuestro paso. Puede medirse por el tiempo que no dejamos perder. Puede medirse también por qué hacemos con las oportunidades que se nos presentan. Quien es consciente del amor que puede dar, del tiempo que puede aprovechar, y de las oportunidades que no puede dejar perder, se hace también consciente de la presencia de Dios.

Presencia de Dios, 2 de 4, Dones del Espiritu

* No es posible vida cristiana sin aquel que la concede, es decir, el Espíritu Santo.

* La vida que da el Espíritu, que es don, se expresa en sus múltiples dones, que la Iglesia suele agrupar en siete, siguiendo textos de Isaías y de San Pablo.

* Cuatro de los siete dones tienen más relación con la inteligencia: son los dones de sabiduría, entendimiento, ciencia y consejo: los otros tres tienen que ver más con la voluntad: fortaleza, piedad y temor de Dios.

ESCUCHA, Agresividad y depresion juveniles, sus causas y una respuesta

* Es frecuente culpabilizar a los jóvenes de las conductas inapropiadas que les conocemos: agresividad (pandillas), depresión, individualismo, escapismo, y otras. Es importante darse cuenta del papel que la rabia (indignación) tiene en el origen de esos malestares. Y aún más urgente descubrir que esa rabia brota de una doble sensación de engaño y de traición.

* Engaño, por ejemplo, en el caso de la publicidad, que ofrece de muchos modos una felicidad esquiva y falsa; traición cuando vemos que las instituciones más venerables, incluyendo la misma Iglesia, han fallado miserablemente en ser coherentes con sus propios estándares y sus líneas más claras de acción.

* Por eso Jesús es absolutamente irreemplazable. En sus palabras y obras, el Señor se muestra tan verdadero, que despierta de modo profundo nuestra confianza.

* La sanación de la juventud sigue el mismo proceso de la sanación en toda otra edad: empieza por el reconocimiento de nuestra verdad, que incluye el dato fundamental de que somos pecadores y víctima de pecado; y sigue por el reconocimiento del amor que salva, el de Cristo.