Curso: Invitacion a la Cristologia (11 de 20)

Invitación a la Cristología: Curso dado por Fray Nelson Medina a los frailes estudiantes de teología del Studium Generale de los Dominicos de Colombia en el segundo semestre de 2009. Sesión 11 de 20: La cristología de San Lucas.

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Temas de la Sesión 11: Lucas no llama “Evangelio” a su obra, sino que lo llama “escrito” o “libro” (logos), y lo divide en dos: primero, un relato “sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde un principio
hasta el día en que, después de haber dado instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, fue llevado al cielo.” Luego, otro relato cuenta lo sucedido desde esa ascensión, pasando por Pentecostés, y la predicación de los apóstoles, y en particular, san Pablo. Estos dos relatos corresponden a lo que nosotros llamamos el Evangelio según San Lucas (que agrupamos con los otros tres “Evangelios”) y luego, el librod e los Hechos de los Apóstoles. Pero no debe perderse la perspectiva unitaria en la visión de su autor.

¿Qué une a los dos relatos lucanos? Puede decirse que la acción del Espíritu Santo, visto, primero en Cristo y luego en los cristianos. Este énfasis pone a un nivel comparable las obras de Cristo y las de los que creemos en él y hemos recibido su mismo Espíritu. Lo universal, en Lucas, está en esta común participación en la misma gracia y el mismo Espíritu–un mensaje de gran importancia para la comunidad de mayoría no-judía que sin duda son los primeros destinatarios de su autor. Otro elemento universal son los pobres, que están por todas partes, pero que sobre todo lanza a la comunidad esta pregunta: ¿A quién estamos excluyendo?

Por eso el universalismo de Lucas es dinámino porque la pregunta por los pobres debe replantearse en cada recodo del camino. Aquí se incluyen niños, pecadores mujeres, pobres, extranjeros, etc. Su Evangelio no es un dato sino un programa de vida para la Iglesia.

Jesucristo es aquí, Soter, el Salvador. Descubrir a Cristo es vivir en estado de salvación. No nos adueñamos nunca del Evangelio sino que él “nos puede” y así nos pone en camino.

¿Qué es la salvación? Ejemplo de Zaqueo: Cristo al final dice “hoy ha llegado la salvación a esta casa” (Lucas 19). La salvación es una transición, una conversión, un volverse hacia la esfera del querer divino. Ser salvo es descubrir que sólo Dios es Dios. Él toma el centro, pero a la vez nos envía a reencontrarlo en la periferia de nosotros mismos y de nuestra sociedad. Estar salvado no es estar resguardado y “en el centro” sino aquellos que no tienen otro resguardo sino la providencia y la confianza en Dios. Ser salvado es depender sólo de Dios.

Cristo, en Lucas, está también en camino, su misión es dinámica: desde la seguridad de Galilea a la incertidumbre de Jerusalén. Él es también “salvado,” en la medida en que no tiene otro apoyo que el Padre. Junto a él, los discípulos que le acompañan son los que tampoco tienen seguridad en sí mismos. Ser cristiano es renunciar a la certeza de “ser dueño del fuego del cielo” como aquellos Boanerges que querían castigar a los que no los hospedaron (Lucas 9,54).

Vivir en el discipulado es renunciar a que llegue “el tiempo” de ser el dueño, pues el dueño sólo es Dios. La mayor parte de la teología feminista o de las teologías de la liberación espera la hora de dar la vuelta a una situación de injusticia. Marx piensa de esa manera, pero Lucas mira el reconocimiento de derechos pero nunca el derecho de reemplazar al que devuelve a todos los derechos.

Vivir como cristiano es vivir en la gracia, es decir, reconocer que es verdad lo que ha sucedido en mí pero que ello no viene de mí sino que ha llegado como regalo, y así permanece siéndolo. Cristo es el que otorga la salvación, o mejor, es el “espacio” en que se experimenta la salvación de Dios.

Si Galilea significa en cierto sentido la seguridad de “Jesús en casa,” Jerusalén es “Jesús en la cruz.” La salvación no se percibe como una “solución” o “caja de soluciones,” que sería una reedición del paraíso. La salvación es caminar hacia la Cruz y hacia Jerusalén. Jesús es el ministro de una salvación que pone en movimiento y así, incomoda.

Cristo en la Cruz. Al entrar en Jerusalén, es recibido como si llegara a su “casa,” como un hacedor de prodigios (escena con Herodes). Cristo destaca que Jerusalén no ha conocido el tiempo de la visita de Dios, por eso él llora sobre la ciudad, y expulsa a los mercaderes del templo. Cristo no viene a devolver a la humanidad al paraíso sino para llevarla a través de la Cruz, hacia la gloria. La Cruz es necesaria como lugar de luz, lugar que desengaña del mundo y muestra la piedad humana y divina del Salvador. La Cruz enseña a leer como Dios lee.

En Lucas 23,33-34 Cristo ora por aquellos que “no saben lo que hacen.” Son ciegos, tanto los discípulos como de los enemigos de Cristo. En la Cruz se ve la ceguera, y así empieza a ser vencida. Es lo mismo que se cuenta en la escena de los discípulos de Emaús. Cristo sólo se comprende haciendo el camino de Cristo. El que se asoma a fondo a la Cruz se asoma a fondo a su victoria.

Curso: Invitacion a la Cristologia (10 de 20)

Invitación a la Cristología: Curso dado por Fray Nelson Medina a los frailes estudiantes de teología del Studium Generale de los Dominicos de Colombia en el segundo semestre de 2009. Sesión 10 de 20: La cristología de San Marcos.

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Temas de la Sesión 10: Una aproximación “dialéctica”

Este es el primer Evangelio que estuvo razonablemente completo en forma escrita. Junto con una hipotética Fuente “Q” que contendría especialmente dichos (logia) de Jesús, Marcos se supone que sirvió de base para Mateo y Lucas.

Comunidad de Marcos: mayoría de no-judíos: pocas referencias al AT, y carácter más universal. El Cristo de Marcos quiere responder a todo ser humano por ser humano. El sufrimiento y la muerte son experiencias muy universales a las cuales responde Cristo en esta presentación marcana.

Jesús es el “Hijo del Hombre” y es el Mesías (en hebreo) o Cristo (dicho en griego).

¿Qué o quién es el Hijo del Hombre? Varias interpretaciones.

  • Un hombre más: cualquier hombre, lo que es común a todos. Interpretación cercana a su uso en Ezequiel.
  • El que recibe el reinado, según el texto de Daniel. El reinado de este “Hijo de Hombre” (Vicario de Dios, según el Génesis) es el único que humaniza al hombre, que no lo usa ni lo destruye. Lo inhumano deshumaniza, y así aparta de Dios que ha dejado su imagen en el ser humano.

Posiblemente estas dos interpretaciones no son opuestas: humildad y potestad no deben contradecirse; se contradicen por la acción del pecado en nuestra naturaleza. Humildad y potestad son la dialéctica del Hijo del Hombre, y la misma del Reino-Reinado de Dios.

¿Qué significa el Mesías? Literalmente, es el Ungido, el que ha recibido la Unción. El aceite penetra, perfume, alivia, conserva la salud. El Ungido es el rey, el comandante victorioso, el juez supremo, el legislador sabio. Ser el Ungido es “ir delante” en el Nombre y con la autoridad de Dios.

¿Por qué el “secreto mesiánico,” es decir, aquello de pedri a la gente que no vele quién es Cristo? Dos explicaciones:

  • Psicológico-espiritual: que el beneficiado por un milagro u obra de Cristo profundice en el don recibido, pasar del hecho a su significado.
  • Socio-política: la imagen de Mesías tiene que ser purificada y levantarse de las aspiraciones más inmediatas y a menudo de revancha.

Quizás no se oponen estas dos explicaciones: para descubrir a Cristo no basta con tenerlo al frente. Lo que Cristo da no es, como en el paganismo, un punto que deja inalterada la vida y devuelve el destino a las manos del hombre, no a las de Dios.

Cristo predica el Reino de Dios, y en Cristo acontece ese Reinar de Dios. No es una propuesta que pueda desligarse del Hijo de Dios, aquel que trae todo lo que es de Dios al ámbito de lo que consideramos nuestro.

Curso: Invitacion a la Cristologia (9 de 20)

Invitación a la Cristología: Curso dado por Fray Nelson Medina a los frailes estudiantes de teología del Studium Generale de los Dominicos de Colombia en el segundo semestre de 2009. Sesión 9 de 20: La cristología de San Juan.

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Temas de la Sesión 9: El Cuarto Evangelio ha sido ocasión de notable polémica en las últimos décadas, porque su redacción sirve claramente de inspiración a la cristología descendente, mientras que hoy tiene mayor acogida la cristología ascendente, que intenta reproducir en nosotros el itinerario de los discípulos. También es esta última la que enfatiza en la cercanía y amistad con Jesús. De algún modo es el esquema de los Evangelios Sinópticos.

En la cristología descendente, muy presente en San Juan, el punto de partida es Dios; es el Cristo pre-existente, y la Encarnación (de ahí los tratados ). Pero, ¿es completamente “ascendente” la cristología de los Sinópticos? ¿Es del todo descendente la de San Juan? Además, ¿qué tan suficiente es el enfoque ascendente, que parece casi norma única para la cristología académica actual?

[Referencia bibliográfica: Gabino Uríbarri, La Singular Humanidad de Jesucristo.]

¿Cuál es, en efecto, el intento de la cristología ascendente? Encontrarse con Cristo antes que con lo que se ve como el dogma cristológico. Pero, ¿es ello posible sobre la base de unas Escrituras que hablan de Cristo como pre-existente? Además, ¿no es el caso que el rechazo a ese “dogma” se hace sobre la base (implícita) de otros “dogmas”? Si la preexistencia fue creída por la primera generación de cristianos, el proyecto “ascendente” se muestra como radicalmente insuficiente: no puede dar razón de ese dato de la Escritura.

La Comunidad no es autora colectiva pero sí es colectivamente responsable; es instancia validante que da fe de la verdad fundamental del mensaje de salvación, un mensaje por el que había que estar dispuesto a dar la vida. En el proceso de elaboración del canon está ya integrada la base apostólica, incluyendo los elementos jerárquicos que surgen naturalmente de este hecho los Evangelios son testimonios. Quienes dan el testimonio original van jerárquicamente primero que todos los demás. La comunidad creyente ni fue ni no puede ser una democracia, aunque sí es instancia colectiva de validación.

Ya la Carta a los Filipenses, en su Capítulo 2, afirma que Cristo era “de condición divina.” Esto fue escrito, ratificado, y cantado por comunidades creyentes muchos años antes de la redacción del Evangelio según San Juan.

El prejuicio que ronda a la cristología ascendente es que el encuentro con la humanidad de Cristo impide la afirmación de su preexistencia o su divinidad. La solución, sin embargo, no es descartar el énfasis ascendente sino ser conscientes de sus límites. Y sobre todo: si vamos a seguir el camino de fe de los discípulos, sigámoslo hasta el final, esto es, hasta la afirmación de la verdad de la resurrección y de la divinidad del Señor Jesús.

En otro sentido, no cabe decir que el Cristo del Evangelio de San Juan sea sólo “deducido.” Datos históricos, a veces únicos, aparecen en el Cuarto Evangelio, mostrando una base fáctica que ha sido comprobada por la arqueología (por ejemplo, la piscina de los cinco pórticos: Juan 5,2).

Cristo en el Evangelio de San Juan:

  1. Lógos: En cuatro líneas de interpretación: (1) Plenitud de aquello que Dios quería decirnos en los profetas. (2) Revelador del Padre. (3) Todo lo que podíamos necesitar, de lo que teníamos hambre “no sólo de pan vive el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” (4) El sentido y razón de ser de todo: el cosmos, la historia, el corazón humano.
  2. Semeion: Señal de Dios, y el que hace significativa la vida, y el que da y enseña a leer los signos de Dios. La fe, en San Juan, no es apuesta ciega, sino es lectura de signos: “Kai eiden kai epísteusen.”
  3. Hora de Dios: Cristo es el perfecto acontecer de Dios.

Curso: Invitacion a la Cristologia (8 de 20)

Invitación a la Cristología: Curso dado por Fray Nelson Medina a los frailes estudiantes de teología del Studium Generale de los Dominicos de Colombia en el segundo semestre de 2009. Sesión 8 de 20: La cristología de San Mateo.

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Temas de la Sesión 8: San Mateo da énfasis a las palabras de Cristo, pero no podemos separar milimétricamente “palabras” de “obras” en Cristo. Cuando la gente habla de la “autoridad” de Cristo se refiere a esta unión de hablar y obrar.

Palabras de Cristo: irrupción de un nuevo orden. Su palabra eficaz es comparable con Génesis 1: “Dios lo dijo y existió.” Cristo es un nuevo Moisés no como agregado, complemento o reemplazo del primer Moisés, sino como Aquel que constituye un nuevo orden, el orden definitivo querido por Dios.

Cristo es legislador, no como quien propone una nueva ley que quedaría a merced de quien la escucha, sino como quien instaura la ley nueva que obra desde dentro, rehaciendo a quien la escucha. En Moisés la propuesta (ley) queda afuera y la ejecución adentro. En Mateo, Cristo ordena incluso “imposibles” porque la ejecución ya empieza en la propuesta; al proponer instaura una condición nueva.

En la creación, hay un solo principio: Dios. Dios no crea a partir de “algo,” que sería un segundo principio, sino a partir de la “nada.” Así que, en la radicalidad de lo que somos, ya existe esa acción creadora que habla de una Palabra que es único principio. En ese nivel de radicalidad pronuncia Cristo su “Buena Nueva” según san Mateo, rehaciéndonos al hablarnos. La obediencia consiste en no frenar a la Palabra que nos rehace. Ser discípulo es escuchar y no detener la Palabra.

Por ello, en san Mateo, negar la divinidad de Cristo es dejar sin autoridad su manera de hablar de la alianza en presente, del sábado y su manera de pedir imposibles, como ser puro, humilde y generoso a la vez siempre. Al obrar así, como lo hace a lo largo de todo este Evangelio Jesús es un blasfemo, un loco o Dios entre nosotros. Jesús es el testigo y realizador primordial de la ley (voluntad) original de Dios. Por eso, sólo Cristo es la “plenitud” de la Ley.

Curso: Invitacion a la Cristologia (7 de 20)

Invitación a la Cristología: Curso dado por Fray Nelson Medina a los frailes estudiantes de teología del Studium Generale de los Dominicos de Colombia en el segundo semestre de 2009. Sesión 7 de 20: La cuestión sinóptica.

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Temas de la Sesión 7: Proceso de elaboración de los Evangelios escritos.

Primera fase: Partimos de “paquetes de información” que son recuerdos personales, experiencias vividas, fragmentos de discursos y parábolas. El primer Evangelio es la memoria de los discípulos.

La Cruz desborda la comprensión de los discípulos. La noticia de la Resurrección los encuentra indispuestos y tiene que imponerse a ellos–en contra de los que dicen que la resurrección fue una invención de los discípulos. No sólo estaban propensos a no creer sino que las horribles persecuciones que debían desanimarlos. Si ellos hubieran inventado la resurrección, ¿cómo prosperaron y quedaron como canónicos textos que presentan a los discípulos como lentos e incrédulos? ¿Cuál sería el rol de esos textos? Se puede afirmar que todo fue una “conspiración” pero semejante suposición de farsa implica afirmar que hicieron trampa para ganarse persecución, desprestigio y muerte.

Al examinar una hipótesis exegética suele seguirse ese criterio: aquello que no beneficia los intereses de los protagonistas de un relato difícilmente puede ser inauténtico. De igual modo, aquello que podría disminuir la credibilidad pero que fue admitido como canónico puede considerarse genuino, pues la comunidad no iba a permitir una predicación que destruyera la fe que profesaban y que tenía bases conocidas de todos.

Segunda fase: conjuntos de relatos en boca de maestros, “evangelistas,” predicadores ambulantes. De aquí, las colecciones de dichos y narraciones, agrupados por palabras claves, secuencias cronológicas, u otras ayudas mnemotécnicas. Se inicia la historia de la redacción.

Tercera fase: los relatos que se van encadenando en secuencias más amplias que son puestas por escritos y sirven de material a autores específicos, miembros de comunidades creyentes que por supuesto no permitirían que se negara lo que consideraron recibido de Cristo. La noción de verdad aquí no es la de una filmadora sino la del tipo de testimonio que se da, en este caso, sobre Cristo. Hay sin embargo un valor agregado en los detalles no esenciales y no coincidentes, en la línea de lo alegórico.

Jesús de Nazareth tiene continuidad con los profetas del Antiguo Testamento pero tiene discontinuidad: habla de una alianza en presente y no se excusa de su propia misión, ni habla de defecto o pecado suyo.

Lo redaccional aparece en las expresiones que sirven de puente o gozne, como el “por aquellos días” de Lucas. Mateo, en cambio, agrupa palabras de Cristo en “discursos,” sin que nadie lo interrumpa.

Criterios de canonicidad que debieron cumplir los Evangelios:

  1. Sobriedad: nada de descripciones aparatosas.
  2. Cercanía a lo ordinario: lo típico de las parábolas. Poco o nada de fantasía.
  3. Nada de desprecio a la materia: lo que desprecia el cuerpo, la mujer o el sexo es descartado.
  4. Centrado en lo esencial: no acaricia la curiosidad ni la sensiblería.