La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 1 de 8, Extintores del fuego del Espíritu

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 1 de 8: Extintores del fuego del Espíritu

La Pascua invita al creyente a beber de la fuente misma de la que mana toda su salvación y su alegría. ¿Cómo es que esa alegría permanece tan distante de tantas vidas? Podemos dar una primera respuesta, de tipo general, y luego otra respuesta más detallada.

De modo general, diremos que, si la alegría de la Pascua es un fuego admirable, hay que saber que existen “extintores” para ese fuego. Podemos mencionar especialmente tres extintores que de manera general apagan o impiden la genuina alegría pascual.

El primer extintor es la impenitencia, es decir, el amor al propio pecado, o en todo caso, el poner por encima el propio señorío sobre la vida, sin dejar a Dios su trono y lugar en nuestra vida. Este extintor hace su aparición en los evangelios: si al principio de cada uno de ellos vemos a la gente colmada de gozo y admiración por las obras de Cristo, luego observamos que tanto los milagros como la alegría de la gente van desapareciendo. La explicación hay que encontrarla en lo que dice Cristo, quejándose de las ciudades donde había hecho más curaciones y exorcismos: (Mt 11,20-24)

El segundo extintor es la arrogancia que pretende imponer sobre la mirada de Dios la propia mirada, y sobre sus planes, los nuestros. Hasta qué punto tal orgullo nos vuelve impermeables al gozo que Dios ofrece se nota en escenas como la curación del ciego de nacimiento, que se cuenta en el capítulo 9 de San Juan. ¡Un hombre que no veía, que nunca había podido ver, ha sido curado, y ve perfectamente! ¿Trae eso alegría a los fariseos? No. Sólo trae averiguaciones, sospechas y amenazas. Primero dudan de que el milagro sí haya sucedido. Luego se enfangan en discusiones sobre cómo pudo suceder. Pero tales discusiones son en el fondo estériles. El veredicto de ellos ya está dado: Jesús no puede venir de Dios. están tan seguros de eso que sus preguntas no son apertura a la verdad sino deseo de constatar su sentencia. No pueden alegrarse porque tampoco pueden sorprenderse. Y no quieren sorprenderse porque sólo creen en su perspectiva y su plan.

El tercer extintor es la desesperación. De modo dramático aparece en el desenlace de Judas Iscariote. Desesperarse es pretender achicar a Dios, declarando nuestras culpas más grandes que su poder, y considerando más graves nuestros errores que su sabiduría y su providencia. Por supuesto, el “dios” disminuido del desesperado es un mero producto de su imaginación y carece del poder de salvar.

Impenitencia, arrogancia y desesperación extinguen y eclipsan la alegría.

Qué es ser cristiano, 16 de 16, El amor como centro de la vida cristiana

[Serie de catequesis para las Monjas Dominicas del Monasterio de la Madre de Dios, en Baeron, Jenchen, Corea del Sur. Cada predicación fue traducida del español al coreano frase por frase, lo cual da un ritmo diferente a esta serie.]

Tema 16 de 16: El amor como centro de la vida cristiana

* El amor es la gran síntesis de la vida cristiana; pero no se trata de cualquier amor. De lo que se trata es de amar como Dios ama. Tal es la obra del Espíritu Santo en nosotros.

* El Espíritu permanece activo en nosotros: así como el Fuego no existe sino quemando, el Espíritu está en nosotros amando y santificando.

* Los adjetivos principales de ese amor son: universal, profundo, permanente, fecundo y poderoso.

Qué es ser cristiano, 15 de 16, Petición, Meditación, Contemplación

[Serie de catequesis para las Monjas Dominicas del Monasterio de la Madre de Dios, en Baeron, Jenchen, Corea del Sur. Cada predicación fue traducida del español al coreano frase por frase, lo cual da un ritmo diferente a esta serie.]

Tema 15 de 16, Petición, Meditación, Contemplación

* La oración de petición no consiste en informarle a Dios de algo que no sabe. Tampoco consiste en tratar de convencerlo de que intervenga. Mucho menos es un modo de asegurar el cumplimiento de los propios deseos, aunque estos fueran caprichosos, egoístas o dañinos.

* La verdadera oración de petición nos lleva a descubrir nuestra propia verdad ante el Señor, y ello gracias a Él; y nos lleva a disponernos para sintonizar nuestra mente, corazón y acciones con su voluntad.

* En cuanto a la meditación cristiana, difiere sustancialmente de la meditación budista u oriental, en general: no consiste en puro vaciamiento sino en llenarse de la Palabra de Dios; no es una aspiración a la Nada sino a la unión plena con el Dios vivo.

Qué es ser cristiano, 14 de 16, La Oración – cuestiones particulares

[Serie de catequesis para las Monjas Dominicas del Monasterio de la Madre de Dios, en Baeron, Jenchen, Corea del Sur. Cada predicación fue traducida del español al coreano frase por frase, lo cual da un ritmo diferente a esta serie.]

Tema 14 de 16: La Oración – cuestiones particulares

* Preguntas frecuentes sobre la oración: ¿Qué hacer con las distracciones? ¿Qués es orar con el corazón y cómo se relaciona esta oración con la vocal y mental? ¿Cómo debe entenderse y practicarse la oración de petición? ¿Qué tanta importancia tienen la emoción o el sentimiento en la oración?