Principios de hermenéutica teológica para la lectura de realidades sociales

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Además del reconocimiento consciente, hasta donde ello es posible, de los propios condicionamientos y el “desde dónde” de la propia mirada, ¿qué grandes criterios han de guiar en la lectura de las realidades humanas, en general, y sociales, en particular?

Siete principios parecen centrales:

(1) Holístico: lo humano es multi-dimensional, irreduciblemente complejo, amplio y debe aspirarse a completar lo que vemos sin pretender reducirlo todo a un solo principio (como Marx, a la economía, o Freud, a la sexualidad).

(2) Dinámico: lo humano es fluido y contiene tensiones y pulsiones que evolucionan a lo largo del tiempo, a veces de modo inesperado e impredecible.

(3) Catafático: lo humano es comunicable. Afirmar lo contrario (tendencia apofática extrema) llevaría a un callejón sin salida porque nadie puede vivir exactamente las mismas experiencias de otra persona.

(4) Sistémico: el ser humano, y los grupos o sociedades humanas, no son colecciones de eventos inconexos sino estructuras en que los factores están vinculados unos a otros y repercuten los unos en los otros.

(5) Jerárquico: los humanos obramos de acuerdo con prioridades y escalas de valores. Esto implica un tema controversial sobre si es posible medir unas culturas frente a otras,

(6) Analógico: el desarrollo del individuo y el proceso de la sociedad contienen numerosos puntos en paralelo.

(7) Socrático: Lo que desconocemos del ser humano es siempre una porción significativa, y a menudo no sabemos si lo que sabemos es suficiente para explicar lo que no sabemos.

La Confirmación: madurez en la vida cristiana

[Predicación a los jóvenes que van a recibir la confirmación, y a sus padres y padrinos, como parte de la preparación que les ofreció el Colegio Jordán de Sajonia. Noviembre de 2014.]

* ¿Qué rasgos caracterizan a una persona madura? Son principalmente cinco, que han de aplicarse también a la vida de fe:

(1) Recto juicio. La persona madura es capaz de ver lo que hay de cierto y bueno incluso en sus adversarios.

(2) Estabilidad. Aquel que es maduro es bastante dueño de sí mismo; uno sabe a qué atenerse con él. No está sujeto al capricho y es fiable.

(3) Resiliencia. Los fracasos o los imprevistos impactan la vida de las personas maduras, lo mismo que a los demás, pero la madurez nos empuja a no absolutizar el momento malo sino saber levantarnos, sacudir el polvo y continuar.

(4) Capacidad de salir de sí y apoyar a otros.

(5) Integralidad y balance.