Diálogos sobre Género, 3 de 6: Tolerancia, libertad y naturaleza

[Retiro “Católico Soy” versión 2015. Advertencia: la naturaleza del tema de este retiro y el lenguaje directo propio de estas discusiones puede no ser apropiado para menores de edad sin acompañamiento de sus padres o responsables.]

Tema 3 de 6: Tolerancia, libertad y naturaleza

* Tres de las palabras-bandera más repetidas, en el contexto de la lucha por una supuesta “igualdad” entre todos los humanos, igualdad que incluiría el “derecho” de casarse con lo que cada quien desee, son: tolerancia, libertad y naturaleza.

* El criterio general para responder, de modo razonado y respetuoso, frente a las palabras-bandera es hacer las necesarias distinciones. “Sí… pero”: tal es el lenguaje necesario en este caso. por ejemplo: creemos en la igualdad entre hombre y mujer PERO tal igualdad se refiere a la dignidad como seres humanos, y a los derechos fundamentales que se derivan directamente de ello. Cada uno de tales derechos tiene que ser demostrado como inherente e idéntico en hombre y mujer, y por eso, no existe el “derecho humano a parir” por dar un ejemplo.

* La tolerancia es una palabra importante para la convivencia social pero a nadie se le ocurre que TODO deba ser tolerado. Además, y es lo mismo que sucede con la política comunista, pasa en esto que se exige tolerancia hasta que se logra el poder. Conseguido el poder, se procede a castigar con absoluta intolerancia a los que se resisten a pensar como se les ordena que piensen.

* Con la naturaleza, en cuanto al avance de la presencia social de la práctica homosexual, se han intentado varias cosas: (1) Se ha buscado una hipotética base genética (el “gen gay”) sin ningún éxito. (2) Se han planteado paralelos de comportamiento homosexual en especies animales–lo cual no demuestra nada porque hay todo tipo de robos, crueldades y engaños en el mundo animal, y eso no validad tales comportamientos en los humanos. (3) Se han usado recursos ridículos como presentar imágenes de rayos X de seres humanos abrazándose o besándose como un modo de sugerir que “en el fondo” o “adentro” somos iguales todos y que por consiguiente todo da lo mismo. Eso equivale a presentar cortes de tejido cerebral de personas muy bondadosas o muy crueles para deducir de ahí que da lo mismo una cosa que otra.

* Además, incluso si hubiera un factor natural, por ejemplo genético, que llevara a una tendencia homosexual, eso tampoco demostraría nada porque de hecho ya se conocen casos en que los factores genéticos empujan, por ejemplo, hacia el suicidio o hacia la promiscuidad. A nadie se le ocurre que por existir esas tendencias, que podrían llamarse innatas, sus respectivos portadores quedan exentos de responsabilidad y pueden obrar según el impulso de sus genes. La cualidad moral de qué es un comportamiento bueno o de malo no puede resolverse estudiando el ADN.

* En cuanto a la libertad, no hay que dejarse engañar. Es verdad que la definición usual de libertad en el diccionario moral de mucha gente es: “hacer lo que me da la gana.” Pero esa definición es vergonzosamente ingenua porque quien así piensa pone su vida en manos de quien le maneje las ganas. Y ciertamente hay personas, empresas y centros de poder que tienen mucha habilidad para producir y dirigir las “ganas.” Usan lo que se conoce genéricamente como “marketing.”

Diálogos sobre Género, 2 de 6: Igualdad y complementariedad

[Retiro “Católico Soy” versión 2015. Advertencia: la naturaleza del tema de este retiro y el lenguaje directo propio de estas discusiones puede no ser apropiado para menores de edad sin acompañamiento de sus padres o responsables.]

Tema 2 de 6: Igualdad y complementariedad

* Una de las palabras preferidas cuando se trata de argumentar, por ejemplo, en favor del matrimonio de personas del mismo sexo es “igualdad.” En muchos lugares se habla de “matrimonio igualitario” para referirse a este tipo de unión.

* Lo interesante es que esas afirmaciones de igualdad, impuestas culturalmente, no resisten análisis científico. Desde la embriología hasta la psicología evolutiva, lo que encontramos entre hombres y mujeres son numerosas diferencias, y a la vez, una vocación de complementariedad.

* En particular, no resulta difícil descubrir, desde la estructura neuronal misma del cerebro masculino, en qué sentido y con cuánta intensidad necesita de lo femenino, en cuanto apoyo, descanso y anticipación de su meta.

* Un poco más difícil es descubrir en qué sentido hay una base biológica que enseña cómo la mujer necesita del hombre. Al final se descubre que la “abundancia” que caracteriza el mundo sensorial, afectivo e intelectual de la mujer, halla en el varón, si este es admirable, un cauce para realizarse a sí misma.

* Pero todo este hermoso balance de igualdad en la dignidad, y de complementariedad en sus caminos de vida, se pierde cuando se afirma, con tremenda irresponsabilidad, que da lo mismo uno que otro sexo.

Diálogos sobre Género, 1 de 6: La guerra semántica no ha cesado

[Retiro “Católico Soy” versión 2015. Advertencia: la naturaleza del tema de este retiro y el lenguaje directo propio de estas discusiones puede no ser apropiado para menores de edad sin acompañamiento de sus padres o responsables.]

Tema 1 de 6: Recordemos que estamos en guerra semántica

* Las persecuciones son de distintas clases. El Estado Islámico te quita la cabeza; la guerra semántica te la cambia.

* Caso típico es el de la palabra “meditación” que para la mayoría de la gente hoy se asocia con dejar la mente en blanco y practicar alguna variante de yoga o de budismo zen. Para el cristiano, meditar era una cosa muy distinta: reflexionar pausadamente sobre la Palabra de Dios o sobre la predicación de la Iglesia, típicamente en el contexto de un retiro espiritual.

* Una parte importante de la guerra semántica es usar determinadas palabras como clichés, lemas o eslógans que tienen mucha fuerza en el imaginario colectivo. Su valor es de símbolo de una causa, y por eso funcionan como “palabras-bandera” Entre esas palabras actuales tenemos términos como “igualdad,” “inclusión,” “tolerancia” y algunos otros. La gente no los analiza ni cuestiona más sino que los asume ingenuamente y forma bloque para defenderlas sin darse cuenta de los muchos matices que esas mismas palabras requieren.

* Otras palabras, en cambio, quedan convertidas en “palabras-dragón,” es decir, términos con los que se pretende atacar, marginar o incluso “demonizar” a quienes se atrevan a pensar de modo distinto a como se supone que todos debemos pensar. Entre esas palabras-dragón están “discriminación,” “hipocresía,” y “estás juzgando.”

Más sobre Guerra Semántica aquí.