Una SUMA conversacion, 018: Primera y Segunda de las Cinco Vias

Examen de las dos primeras vías que propone Santo Tomás sobre la existencia de Dios.

Atención a la diferencia entre orden lógico y orden cronológico.

1. ¿Quién puso esto en movimiento? ¿Por qué hay cambio en el mundo? (Incluyendo el caso del cambio de alternancia o el cambio circular)

2. ¿Por qué existe lo que existe? (Serie de causas eficientes)

Este capítulo pertenece al volumen 4 de la Suma Conversación.

Una SUMA conversacion, 017: Contexto de las Cinco Vias

Tomás no es ni irracional ni racionalista.

La presentación que Santo Tomás hace, desde la razón, sobre la existencia de Dios no es racionalismo ni es un intento de mostrar por la razón que el Dios que se ha revelado es el que existe. Tomás se sitúa en el ámbito de la fe: El “sed contra” de este artículo es que Dios dice que Él es el que es–un dato de fe.

Necesidad y posibilidad de probar la existencia de Dios.

  • La prueba es NECESARIA porque hay que saber si es necio el que dice que “no hay Dios.”
  • La prueba es POSIBLE, porque, como enseña san Pablo, lo invisible de Dios se ha dejado percibir por los sentidos (Romanos 1,20).
  • La prueba es NECESARIA, existencialmente hablando, porque debemos saber si todo discurso sobre la divinidad, más allá de su coherencia interna, es también verdadero, pues coherencia no es lo mismo que verdad.
  • La prueba es POSIBLE, existencialmente hablando, porque existe el testimonio de quienes han sido alcanzados por la experiencia de lo divino.

La teoría de las causas, en cuanto son articulaciones del pensamiento y la realidad.

Los tipos de pregunta que despierta lo real son los tipos de causa:

  • Material (¿de qué está hecho?);
  • Formal (¿cómo está hecho?);
  • Eficiente (¿qué o quién lo hizo?);
  • Final (¿para qué ha sido hecho?);
  • Ejemplar (¿a qué se parece o qué tiende a ser?).

Este capítulo pertenece al volumen 4 de la Suma Conversación.

Una SUMA conversacion, 016: Que dice la razon sobre Dios

¿Cuál es la intención de Tomás al presentar la discusión sobre la existencia de Dios en la Suma?

Su elaboración:

  • NO es una teodicea, o tratado puramente filosófico-racional de Dios.
  • NO es un modo de demostrar que nuestro Dios sí existe, y que sí es como nosotros decimos.
  • NO es una propuesta pastoral o devocional. Su primer propósito no es la evangelización, la liturgia, o la piedad.

Y, en cambio:

  • SÍ es la formalización progresiva de un lenguaje propiamente teológico.
  • SÍ es respuesta a objeciones, pues tal es uno de los servicios de la razón al interior de la fe.
  • SÍ es preámbulo a una afirmación colosal: nuestros anhelos hallan su respuesta en la bondad del Dios que ha salido a nuestro encuentro.

Este capítulo pertenece al volumen 4 de la Suma Conversación.

El Papa te invita a encontrar a Dios dejandote encontrar por El

"Podemos intuir algo de la grandeza de Dios en la grandeza del cosmos. Si podemos construir el mundo a través de la técnica, es porque está construido en forma racional. En la gran racionalidad del mundo podemos intuir el espíritu creador del cual proviene, y en la belleza de la Creación podemos intuir algo de su belleza, de su grandeza y de su bondad. En las palabras de las Sagradas Escrituras podemos escuchar palabras de vida eterna que no vienen simplemente de hombres, sino que vienen de Él, y en ellas escuchamos su voz. Finalmente, también casi vemos a Dios en las personas que han sido tocadas por Él. Y no pienso sólo en los grandes, desde Pablo a Francisco de Asís hasta Madre Teresa: pienso en tantas personas sencillas de las que nadie habla y, sin embargo, cuando nos encontramos con ellas, de ellas emana una bondad, sinceridad y alegría que nos dice que ahí está Dios, y sabemos entonces que también nos toca a nosotros".

vía El Papa dice que sus viajes no son «turismo religioso» ni un «show»… y lo demuestra con una perla – ReL.

Religion and sport: Do prayers help players?

Atheists will regard the idea that religion can make a difference to outcomes in sport as fanciful. But it is possible to put aside the issue of whether or not God exists and just examine the impact of faith on performance.

This is what Jeong-Keun Park of Seoul University did in 2000 by studying the performances of Korean athletes. He found that prayer was not only a key factor in coping with anxiety but also in attaining peak performance.

A quote from a participant in Park’s study encapsulates the findings: “I always prepared my game with prayer. I committed all things to God, without worry. These prayers make me calmer and more secure and I forget the fear of losing. It resulted in good play.”

This echoes extraordinary research about the power of faith from the world of medicine. In the 1960s, a series of studies found that heart disease is far less common among the religious than in the general population, even after controlling for different lifestyles. Later studies extended this finding, including a paper in 1996 which found that mortality rates in secular kibbutzim are nearly twice that of their religious counterparts.

It seemed that religious beliefs conferred real health benefits.

Publicado via email a partir de Palabras de camino

Actitud de la Iglesia ante el ateísmo

21. La Iglesia, fiel a Dios y fiel a los hombres, no puede dejar de reprobar con dolor, pero con firmeza, como hasta ahora ha reprobado, esas perniciosas doctrinas y conductas, que son contrarias a la razón y a la experiencia humana universal y privan al hombre de su innata grandeza.

Quiere, sin embargo, conocer las causas de la negación de Dios que se esconden en la mente del hombre ateo. Consciente de la gravedad de los problemas planteados por el ateísmo y movida por el amor que siente a todos los hombres, la Iglesia juzga que los motivos del ateísmo deben ser objeto de serio y más profundo examen.

La Iglesia afirma que el reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la dignidad humana, ya que esta dignidad tiene en el mismo Dios su fundamento y perfección. Es Dios creador el que constituye al hombre inteligente y libre en la sociedad. Y, sobre todo, el hombre es llamado, como hijo, a la unión con Dios y a la participación de su felicidad. Enseña además la Iglesia que la esperanza escatológica no merma la importancia de las tareas temporales, sino que más bien proporciona nuevos motivos de apoyo para su ejercicio. Cuando, por el contrario, faltan ese fundamento divino y esa esperanza de la vida eterna, la dignidad humana sufre lesiones gravísimas -es lo que hoy con frecuencia sucede-, y los enigmas de la vida y de la muerte, de la culpa y del dolor, quedan sin solucionar, llevando no raramente al hombre a la desesperación.

Todo hombre resulta para sí mismo un problema no resuelto, percibido con cierta obscuridad. Nadie en ciertos momentos, sobre todo en los acontecimientos más importantes de la vida, puede huir del todo el interrogante referido. A este problema sólo Dios da respuesta plena y totalmente cierta; Dios, que llama al hombre a pensamientos más altos y a una búsqueda más humilde de la verdad.

El remedio del ateísmo hay que buscarlo en la exposición adecuada de la doctrina y en la integridad de vida de la Iglesia y de sus miembros. A la Iglesia toca hacer presentes y como visibles a Dios Padre y a su Hijo encarnado con la continua renovación y purificación propias bajo la guía del Espíritu Santo. Esto se logra principalmente con el testimonio de una fe viva y adulta, educada para poder percibir con lucidez las dificultades y poderlas vencer. Numerosos mártires dieron y dan preclaro testimonio de esta fe, la cual debe manifestar su fecundidad imbuyendo toda la vida, incluso la profana, de los creyentes, e impulsándolos a la justicia y al amor, sobre todo respecto del necesitado. Mucho contribuye, finalmente, a esta afirmación de la presencia de Dios el amor fraterno de los fieles, que con espíritu unánime colaboran en la fe del Evangelio y se alzan como signo de unidad.

La Iglesia, aunque rechaza en forma absoluta el ateísmo, reconoce sinceramente que todos los hombres, creyentes y no creyentes, deben colaborar en la edificación de este mundo, en el que viven en común. Esto no puede hacerse sin un prudente y sincero diálogo. Lamenta, pues, la Iglesia la discriminación entre creyentes y no creyentes que algunas autoridades políticas, negando los derechos fundamentales de la persona humana, establecen injustamente. Pide para los creyentes libertad activa para que puedan levantar en este mundo también un templo a Dios. E invita cortésmente a los ateos a que consideren sin prejuicios el Evangelio de Cristo.

La Iglesia sabe perfectamente que su mensaje está de acuerdo con los deseos más profundos del corazón humano cuando reivindica la dignidad de la vocación del hombre, devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de sus destinos más altos. Su mensaje, lejos de empequeñecer al hombre, difunde luz, vida y libertad para el progreso humano. Lo único que puede llenar el corazón del hombre es aquello que “nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.

[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 21]

El ateismo sistematico

20. Con frecuencia, el ateísmo moderno reviste también la forma sistemática, la cual, dejando ahora otras causas, lleva el afán de autonomía humana hasta negar toda dependencia del hombre respecto de Dios. Los que profesan este ateísmo afirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de sí mismo, el único artífice y creador de su propia historia. Lo cual no puede conciliarse, según ellos, con el reconocimiento del Señor, autor y fin de todo, o por lo menos tal afirmación de Dios es completamente superflua. El sentido de poder que el progreso técnico actual da al hombre puede favorecer esta doctrina.

Entre las formas del ateísmo moderno debe mencionarse la que pone la liberación del hombre principalmente en su liberación económica y social. Pretende este ateísmo que la religión, por su propia naturaleza, es un obstáculo para esta liberación, porque, al orientar el espíritu humano hacia una vida futura ilusoria, apartaría al hombre del esfuerzo por levantar la ciudad temporal. Por eso, cuando los defensores de esta doctrina logran alcanzar el dominio político del Estado, atacan violentamente a la religión, difundiendo el ateísmo, sobre todo en materia educativa, con el uso de todos los medios de presión que tiene a su alcance el poder público.

[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 20]

Una conversacion con una atea

conversacion con atea
Un protestante comparte su intercambio epistolar con una estudiante de ciencias, que se dice atea: “En el otoño de 1999, participé en una conversación por e-mail con una atea que escribió en respuesta a un programa que yo había escrito, titulado The Relevance of Christianity (La relevancia del cristianismo). En este programa, [Nota del editor: Las transcripciones de nuestros programas de radio se convierten en artículos en línea, como el que usted está leyendo.] yo hago un contraste entre el cristianismo y el naturalismo en las cuestiones del significado, la moral y la esperanza.{1} Ella me escribió para decirme que podía encontrar estas cosas en su propia filosofía de vida sin Dios. Si se podía tener estas cosas sin Dios, ¿por qué preocuparse por incorporarlo a Él, especialmente teniendo en cuenta todos los problemas que causa la religión?” Click!

Formas y raices del ateismo

19. La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios. Existe pura y simplemente por el amor de Dios, que lo creó, y por el amor de Dios, que lo conserva. Y sólo se puede decir que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente ese amor y se confía por entero a su Creador. Muchos son, sin embargo, los que hoy día se desentienden del todo de esta íntima y vital unión con Dios o la niegan en forma explícita. Es este ateísmo uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo. Y debe ser examinado con toda atención.

La palabra “ateísmo” designa realidades muy diversas. Unos niegan a Dios expresamente. Otros afirman que nada puede decirse acerca de Dios. Los hay que someten la cuestión teológica a un análisis metodológico tal, que reputa como inútil el propio planteamiento de la cuestión. Muchos, rebasando indebidamente los límites sobre esta base puramente científica o, por el contrario, rechazan sin excepción toda verdad absoluta. Hay quienes exaltan tanto al hombre, que dejan sin contenido la fe en Dios, ya que les interesa más, a lo que parece, la afirmación del hombre que la negación de Dios. Hay quienes imaginan un Dios por ellos rechazado, que nada tiene que ver con el Dios del Evangelio. Otros ni siquiera se plantean la cuestión de la existencia de Dios, porque, al parecer, no sienten inquietud religiosa alguna y no perciben el motivo de preocuparse por el hecho religiosos. Además, el ateísmo nace a veces como violenta protesta contra la existencia del mal en el mundo o como adjudicación indebida del carácter absoluto a ciertos bienes humanos que son considerados prácticamente como sucedáneos de Dios. La misma civilización actual, no en sí misma, pero sí por su sobrecarga de apego a la tierra, puede dificultar en grado notable el acceso del hombre a Dios.

Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de culpa. Sin embargo, también los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad. Porque el ateísmo, considerado en su total integridad, no es un fenómeno originario, sino un fenómeno derivado de varias causas, entre las que se debe contar también la reacción crítica contra las religiones, y, ciertamente en algunas zonas del mundo, sobre todo contra la religión cristiana. Por lo cual, en esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión.

[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 19]

Teologia de la Mision, 06

Fundamentación Teológica de la Misión. Curso a los Estudiantes de Síntesis Teológica del Studium Generale de los Dominicos de Colombia. Tema 6: Enfrentando al ateísmo en su propio terreno.

– De acuerdo con Rick Wade, tres son las ventajas fundamentales de una posición creyente frente a una postura atea: significado de la vida, fundamentación de la moral y razones para la esperanza. En conversación con una estudiante de filosofía y física, atea, Wade descubre que los creyentes no pueden quedarse ofreciendo nuevas defensas de su postura sino que tienen el derecho y la obligación de confrontar al ateísmo desde sus propias premisas, pues también las tiene.

– El ateísmo no quiere presentarse hoy como negación sino como afirmación de vida y del ser humano. El ateísmo occidental contemporáneo se afirma sobre lo que Wade llama el “triunvirato” de razón, ciencia y naturaleza. Los principios fundamentales son: (1) “Todo lo racional es científico y todo lo científico es racional;” (2) “A nada tengo acceso si no es a la naturaleza y a mi propia mente.” La solidez de esos principios puede ser cuestionada. La ciencia así entendida es como una linterna que ilumina todo dentro de un inmenso globo de plástico pero no explica por qué está el globo, en dónde se sitúa y hacia dónde va.

– Así cae la primera y mayor objeción de los “nuevos” ateos, a saber, que la religión es injustificada. Ellos encuentran la “justificación” en su modo reductivo de ver el conocimiento. Una vez que se entiende que no todo conocer es conocimiento científico se ve que existe la posibilidad del testimonio intersubjetivo, que es la base de la transmisión de la fe.

Emil Cioran, el ateo creyente

“Soy un extranjero para la policía, para Dios, para mí mismo”. Este es quizá el lapidario y fulgurante carnet de identidad de Emil Cioran, nacido hace cien años, el 8 de abril de 1911 en Rasinari, en la Transilvania rumana. Este inclasificable escritor-pensador, en 1937, a los 26 años, emigró a París, donde vivió hasta su muerte, en 1995. Extranjero, por tanto, por su patria de origen, que había cancelado de su registro civil personal, abandonando incluso su idioma. Fue extranjero en la nación que le había acogido, a causa de su constante aislamiento: “Eliminaba de mi vocabulario una palabra tras otra. Acabada la masacre, solo una sobrevivió: soledad. Me desperté satisfecho”.

Extranjero, por último, para Dios, a pesar de que era hijo de un sacerdote ortodoxo. Tan extranjero que se inscribió en la “raza de los ateos”, y sin embargo, vivió con el ansia insomne del seguimiento del misterio divino. “Siempre he dado vueltas alrededor de Dios como un delator: al no ser capaz de invocarle, le he espiado”. Por este motivo querría hablar brevemente de él, sin la pretensión de superar mi recinto de teólogo adentrándome en el análisis crítico literario , que otros harán en este centenario. Cioran, de hecho, se puso al acecho en varias ocasiones para tender una emboscada a Dios, obligándole a reaccionar y, por tanto, a mostrarse.

Es emblemático el diálogo que entabló a distancia con el teólogo Petre Tutea. Éste no había abandonado su tierra, a pesar de haber pasado 13 años en las cárceles de Ceausescu, ni mucho menos su fe, hasta el punto de que replicó así a Cioran: “Sin Dios, el hombre no es más que un pobre animal, racional y hablante, que no viene de ninguna parte, y que no sabe adónde va”. En realidad, su interlocutor no era ateo ni agnóstico, pues había llegado a sugerir a los teólogos su particular camino “estético” para demostrar la existencia de Dios. De hecho, en “De lágrimas y santos” (Tusquets Editores, 1988), escribía: “Cuando escucháis a Bach, veis nacer a Dios… Después de un oratorio, una cantata, o una ‘Pasión’, Dios debe existir… ¡Y pensar que tantos teólogos y filósofos han derrochado noches y días buscando pruebas de la existencia de Dios, olvidando la única!”.

Cioran acusa a Occidente de un delito extremo, el de haber extenuado y disecado la potencia regeneradora del Evangelio: “Consumado hasta los huesos, el cristianismo ha dejado de ser una fuente de maravilla y de escándalo, ha dejado de desencadenar vicios y fecundar inteligencias y amores”. Este Qohelet-Ecclesiastés moderno se transforma, entonces, en una especie de “místico de la Nada”, dejando entrever el escalofrío de las “noches del alma” de ciertos grandes místicos, como Juan de la Cruz o Angelus Silesius, remontando hasta el desconcertante cantor del nexo Dios-Nada, el famoso Maestro Eckhart de la Edad Media. “Era todavía niño, cuando conocí por primera vez el sentimiento de la nada, tras una iluminación que no lograría definir”. Una epifanía de luz obscura, podríamos decir, utilizando un oxímoron del Job bíblico.

“Siempre hay alguien por encima de uno mismo –seguía diciendo–; más allá del mismo Dios se eleva la Nada”. Aquí está la paradoja: “El panorama del corazón es: el mundo, más Dios, más la Nada. Es decir, todo”. Y, por tanto, esta es su conclusión: “¿Y si la existencia fuera para nosotros un exilio y la Nada una patria?”. La Nada, siempre según este oxímoron, se convierte en el nombre de un Dios, ciertamente muy diferente al Dios cristiano, y sin embargo dispuesto como él a recoger el malestar existencial de la humanidad. Escribía Cioran, evocando la “psicostasía” del antiguo Egipto, es decir, el momento en el que se pesaban las almas de los difuntos para verificar la gravedad de sus culpas: “En el día del juicio sólo se pesarán las lágrimas”. En el tiempo de la desesperación, de hecho, ciertas blasfemias –declaraba Cioran siguiendo a Job– son “oraciones negativas”, cuya virulencia es más acogida por Dios que la acompasada alabanza teológica (la idea ya había sido formulada por Lutero).

Por tanto, Cioran es un ateo-creyente sui generis. Su pesimismo, es más, su negacionismo se debe más bien a la humanidad: “¡Si Noé hubiera recibido el don de leer en el futuro, no cabe duda de que él mismo hubiera provocado el hundimiento!”. Y aquí la Nada se convierte en la mera nada, un vacío de aniquilamiento: adorar la tierra y decirse que en ésta está el fin y la esperanza de nuestros afanes, y que sería inútil buscar algo mejor para descansar y disolverse”. El hombre hace que pierdas toda fe, es una especie de demostración de la no existencia de Dios y desde esta perspectiva se explica el pesimismo radical de Cioran, que brilla ya en los títulos de sus libros: “Del inconveniente de haber nacido”, “La tentación de existir”, “En las cimas de la desesperación”, “Desgarradura”, “Silogismos de la amargura”, etc. Y en ocasiones es difícil no darle la razón, al mirar no sólo la historia de la humanidad, sino también el vacío de tantos individuos que no tiene nada de la trágica Nada trascendente: “De muchas personas se puede decir lo que se dice en el caso de algunas pinturas, es decir, que la parte más preciosa es el marco”. Pero, por suerte, y esta es la gran contradicción, también existe, como antes decíamos, Bach…

Publicado via email a partir de Palabras de camino

La confusion de Stephen Hawking

stephen hawking
“Hombres de ciencia han empezado a dudar de que haya habido un “Big Bang”. Mas, al querer afirmar que de ese modo se refuta la existencia de un Creador, confunden los comienzos temporales con los orígenes…” Click!