La inundación contagiosa del mal, y sobre todo el atractivo incomparable del bien, nos llaman a ser ágiles para salir al encuentro del Señor, y para luego anunciarlo.
LA GRACIA del Lunes 7 de Noviembre de 2011
El don de la agilidad espiritual: ni ser obstáculo para otros ni enredarse uno con los defectos o pecados que otros tengan.