Para no equivocarnos: Una mirada hacia delante
Vamos a mirar con los ojos de la mente una sociedad del futuro, sellada genuinamente por la fe cristiana: algo que con mucha probabilidad no verán estos ojos de nuestro cuerpo. ¿Qué encontramos?

Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Para no equivocarnos: Una mirada hacia delante
Vamos a mirar con los ojos de la mente una sociedad del futuro, sellada genuinamente por la fe cristiana: algo que con mucha probabilidad no verán estos ojos de nuestro cuerpo. ¿Qué encontramos?
Undécimo error: Centrar las fuerzas en la visibilidad política o en la relevancia social
En la mayor parte de Europa ser cristiano no es malo, a menos que uno quiera ser visible o públicamente cristiano. Paralelamente, ser sacerdote no es malo, a menos que uno quiera ser algo más que un funcionario, en los espacios y tiempos establecidos, para las personas que libremente quieran participar de los encuentros, entrevistas, reuniones o rituales que uno ofrece o lidera.
Décimo Error: Reemplazar a los sacerdotes con otro tipo de personas
Casi desde que inicié el camino de la vida religiosa he escuchado este argumento: “Es absurdo que en lugares donde no hay sacerdote se impida que un laico presida la eucaristía. ¿Por qué privar de la celebración central y fuente de nuestra fe a esa pobre gente sólo porque falta un cura?” Es decir: solucionemos la escasez de sacerdotes con laicos.
Noveno Error: Querer resolver los problemas con manuales, cánones y rúbricas
Crecer duele. Superar malos entendidos cuesta. Sanar heridas toma tiempo. Deshacer prejuicios demanda caridad, paciencia y mucha sabiduría.
Octavo Error: Encerrarnos en los Grupos Piadosos
Por no sé qué razón el término “grupo piadoso” tiene un tono despectivo que yo realmente quisiera evitar. Debo mucho a la piedad, no sólo por mi propia familia sino también por el contexto de los grupos de oración de la Renovación Carismática, que fue el ambiente en que nació y se fortaleció mi vocación a la vida religiosa y el sacerdocio. Continuar leyendo “Doce Errores… (11 de 15)”
Séptimo Error: Poner las esperanzas en el diálogo interreligioso, el movimiento ecuménico o las causas sociales compartidas
Una tendencia muy propia de la Izquierda política ha sido la de fortalecer a los grupos más pequeños asociándolos entre sí. Gracias a este procedimiento, las minorías étnicas resultan haciendo bloque con partidarios de la ecología, colectivos homosexuales y grupos en contra de la guerra, por dar un ejemplo. El efecto esperado es que, lo que ninguno de ellos hubiera podido conseguir por sí solo, lo puedan conseguir sumando los votos de todos. El candidato que así resulte elegido se supone que queda obligado a seguir escrupulosamente una agenda que vaya dando su parte a cada uno de los pequeños grupos que le dieron la victoria.
Sexto Error: Fiarnos demasiado de la apologética y los argumentos
Para un temperamento tan racional como el mío fue duro al principio admitir que la Biblia no le da tanta importancia a la capacidad de argumentar ni a la presentación de razones. Un texto representativo es 1 Tim 1,3-4:
Quinto Error: Disparar anatemas contra todos (3ª Parte)
La Nueva Evangelización no puede limitarse a disparar anatemas o confeccionar exhaustivos catálogos de errores. El proceso es: del corazón a la boca (Mt 15,18; Lc 6,45); de la compunción a la conversión (Hch 2,37); de la convicción interior al testimonio exterior creíble (Hch 4,32-33; 8,37).
Quinto Error: Disparar anatemas contra todos (2ª Parte)
Supongamos que ponemos como norma que los creyentes digan que “Cristo es Dios.” Eso nos tranquiliza, por lo menos parcialmente. Nos hace sentir que no van a caer en herejía; pero en realidad hay algo de ilusorio en esa tranquilidad. Decir que “Cristo es Dios” salva sólo de UNA herejía, la de decir que Cristo no es Dios. Y la lista de las herejías es infinita porque la fe puede ser expuesta y ahondada sin límites.
Quinto Error: Disparar anatemas contra todos (1ª Parte)
Es apenas normal que el avance de los enemigos cause, no sólo dolor o rabia, sino también temor. La Iglesia, en la medida en que está compuesta por seres humanos, participa de esa “normalidad” y puede obrar a veces guiada por el miedo. En tales circunstancias su discurso y sus acciones toman una actitud defensiva.
Cuarto Error: Vender más barato el Evangelio
El mundo globalizado que nos ha correspondido en suerte vive bajo el signo del mercado, y ello significa, bajo las frías leyes de la oferta y la demanda. Existe la tentación de entrar al mercado de las religiones y ver qué quieren los posibles “clientes” para adecuar la propuesta a sus intereses y gustos.
Tercer Error: Añorar el pasado y refugiarnos en él
Cuando las cosas se vuelven confusas y los límites borrosos queda siempre la tentación de cerrar los ojos. Una vez que negamos el presente, el siguiente paso será refugiarnos en un futuro fantasioso o en un pasado idealizado. La experiencia muestra que es esto segundo lo que suele suceder. El precio, desde luego, es volvernos inútiles para el presente que hemos empezado por negar.
Segundo error: Apelar a una rutina juiciosa y seguir como si nada pasara
Otros ven las cosas de un modo menos trágico y más estoico. Su consigna es “Sigamos haciendo bien lo que sabemos hacer bien. La tormenta pasará y la gente volverá.”
Hay un núcleo valioso de esperanza y de deseo de fidelidad en estas palabras pero también hay riesgo de miopía ante los signos de los tiempos. Cuando los cristianos fueron expulsados de Jerusalén hubieran podido quedarse en ciudades pequeñas y menos problemáticas como Jericó y allí esperar a que “pasara la tormenta.”
Primer Error: Declararnos derrotados
Por supuesto, este es el primer error: entregar las armas. Cosa que tienta, para ser francos, porque no es fácil ver el éxodo masivo y cortés de católicos hacia las tiendas del agnosticismo, el ateísmo práctico o los cultos eclécticos y esotéricos de moda.
Doce Errores que no Podemos Cometer en la Nueva Evangelización de Europa
Introducción
Es desconcertante y triste ver a Europa dar la espalda a sus raíces cristianas, no sólo ni principalmente por lo que digan los papeles de una supuesta Constitución, sino ante todo porque la mayor parte de la gente se pronuncia en contra de las enseñanzas de la Iglesia y del Evangelio, especialmente en lo que atañe a la moral de la familia y el respeto a la vida frágil (aborto, eutanasia).
La escritora norteamericana Ann Ball ha lanzado un libro sobre figuras católicas contemporáneas ejemplares, en el cual se incluye un emocionante capítulo sobre el joven mártir cubano Rogelio González Corso, miembro de la Agrupación Católica Universitaria, fusilado por los comunistas en la prisión de La Cabaña, La Habana, en 1961 (“Faces of Holiness – Modern Saints in Photos and Words”, Our Sunday Visitor, Inc., Huntington, Indiana.
Rogelio hizo sus estudios secundarios en el Colegio de Belén, de los Padres Jesuítas, y posteriormente se graduó de ingeniero agrónomo en la Universidad de La Habana. Durante sus estudios universitarios, ingresó a la Agrupación Católica Universitaria, donde fue un miembro ejemplar, de comunión y rosario diarios, destacándose por su devoción a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
En 1959, cuando Fidel Castro tomó el poder, ocupó por breve lapso un cargo administrativo en el ministerio de Agricultura. Lo abandonó en seguida que percibió el rumbo pro-comunista y anti-católico del nuevo régimen, pasando a liderar, en la clandestinidad, la resistencia de un grupo de jóvenes católicos. Sobre esta decisión, comenta la Sra. Ball: “Rogelio decidió así ofrecer su vida para erradicar el comunismo y recuperar para Dios a su querida Patria”. El 18 de marzo de 1961 fue arrestado por las fuerzas castristas. Después de un juicio sumario y secreto, murió en el paredón de fusilamiento el 20 de abril del mismo año, gritando “¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo! ¡Viva la Agr…”, no pudiendo terminar de decir “Agrupación Universitaria”, pues la descarga de fusilería segó su vida.
Rogelio González Corso dejó una carta a sus familiares, escrita pocas horas antes de su muerte, que constituye un verdadero legado espiritual, con valiosos principios que podrán iluminar la reconstrucción cristiana de Cuba.
Después que en 1998 escribí un modesto artículo, “Mártires cubanos: no los olvidemos” (DIARIO LAS AMÉRICAS, ed. electrónica, Nov. 12, 1998), fuimos contactados por la Sra. Ball, solicitando mayores antecedentes. Somos testigos de su paciente y tenaz esfuerzo para obtener en el destierro cubano documentación inédita sobre Rogelio González Corso y otros jóvenes mártires católicos de la isla. Un fruto magnífico de ese empeño, digno de ser continuado, es este capítulo de su reciente libro. Ann Ball supo así enfrentar los obstáculos del tiempo transcurrido que, inclemente, intenta dejar atrás a insubstituibles testigos de esos hechos.
La escritora norteamericana se refiere también a la histórica y filial carta “¡Santo Padre, rescatad del olvido a lo mártires cubanos, víctimas del comunismo!”, suscripta por 500 de las más representativas personalidades del exilio cubano. Dicho documento, llevado a Roma por el Sr. Sergio F. de Paz y el Dr. Enrique J. Cantón, fue entregado el 14 de octubre de 1999 en las manos de un alto dignatario de la Secretaría de Estado del Vaticano, quien tuvo la deferencia de firmar un protocolo dejando constancia del acto.