Doce Errores… (14 de 15)

Undécimo error: Centrar las fuerzas en la visibilidad política o en la relevancia social

En la mayor parte de Europa ser cristiano no es malo, a menos que uno quiera ser visible o públicamente cristiano. Paralelamente, ser sacerdote no es malo, a menos que uno quiera ser algo más que un funcionario, en los espacios y tiempos establecidos, para las personas que libremente quieran participar de los encuentros, entrevistas, reuniones o rituales que uno ofrece o lidera.

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Doce Errores… (13 de 15)

Décimo Error: Reemplazar a los sacerdotes con otro tipo de personas

Casi desde que inicié el camino de la vida religiosa he escuchado este argumento: “Es absurdo que en lugares donde no hay sacerdote se impida que un laico presida la eucaristía. ¿Por qué privar de la celebración central y fuente de nuestra fe a esa pobre gente sólo porque falta un cura?” Es decir: solucionemos la escasez de sacerdotes con laicos.

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Doce Errores… (11 de 15)

Octavo Error: Encerrarnos en los Grupos Piadosos

Por no sé qué razón el término “grupo piadoso” tiene un tono despectivo que yo realmente quisiera evitar. Debo mucho a la piedad, no sólo por mi propia familia sino también por el contexto de los grupos de oración de la Renovación Carismática, que fue el ambiente en que nació y se fortaleció mi vocación a la vida religiosa y el sacerdocio. Continuar leyendo “Doce Errores… (11 de 15)”

Doce Errores… (10 de 15)

Séptimo Error: Poner las esperanzas en el diálogo interreligioso, el movimiento ecuménico o las causas sociales compartidas

Una tendencia muy propia de la Izquierda política ha sido la de fortalecer a los grupos más pequeños asociándolos entre sí. Gracias a este procedimiento, las minorías étnicas resultan haciendo bloque con partidarios de la ecología, colectivos homosexuales y grupos en contra de la guerra, por dar un ejemplo. El efecto esperado es que, lo que ninguno de ellos hubiera podido conseguir por sí solo, lo puedan conseguir sumando los votos de todos. El candidato que así resulte elegido se supone que queda obligado a seguir escrupulosamente una agenda que vaya dando su parte a cada uno de los pequeños grupos que le dieron la victoria.

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Doce Errores… (7 de 15)

Quinto Error: Disparar anatemas contra todos (2ª Parte)

Supongamos que ponemos como norma que los creyentes digan que “Cristo es Dios.” Eso nos tranquiliza, por lo menos parcialmente. Nos hace sentir que no van a caer en herejía; pero en realidad hay algo de ilusorio en esa tranquilidad. Decir que “Cristo es Dios” salva sólo de UNA herejía, la de decir que Cristo no es Dios. Y la lista de las herejías es infinita porque la fe puede ser expuesta y ahondada sin límites.

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Doce Errores… (6 de 15)

Quinto Error: Disparar anatemas contra todos (1ª Parte)

Es apenas normal que el avance de los enemigos cause, no sólo dolor o rabia, sino también temor. La Iglesia, en la medida en que está compuesta por seres humanos, participa de esa “normalidad” y puede obrar a veces guiada por el miedo. En tales circunstancias su discurso y sus acciones toman una actitud defensiva.

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Doce Errores… (5 de 15)

Cuarto Error: Vender más barato el Evangelio

El mundo globalizado que nos ha correspondido en suerte vive bajo el signo del mercado, y ello significa, bajo las frías leyes de la oferta y la demanda. Existe la tentación de entrar al mercado de las religiones y ver qué quieren los posibles “clientes” para adecuar la propuesta a sus intereses y gustos.

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Doce Errores… (4 de 15)

Tercer Error: Añorar el pasado y refugiarnos en él

Cuando las cosas se vuelven confusas y los límites borrosos queda siempre la tentación de cerrar los ojos. Una vez que negamos el presente, el siguiente paso será refugiarnos en un futuro fantasioso o en un pasado idealizado. La experiencia muestra que es esto segundo lo que suele suceder. El precio, desde luego, es volvernos inútiles para el presente que hemos empezado por negar.

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Doce Errores… (3 de 15)

Segundo error: Apelar a una rutina juiciosa y seguir como si nada pasara

Otros ven las cosas de un modo menos trágico y más estoico. Su consigna es “Sigamos haciendo bien lo que sabemos hacer bien. La tormenta pasará y la gente volverá.”

Hay un núcleo valioso de esperanza y de deseo de fidelidad en estas palabras pero también hay riesgo de miopía ante los signos de los tiempos. Cuando los cristianos fueron expulsados de Jerusalén hubieran podido quedarse en ciudades pequeñas y menos problemáticas como Jericó y allí esperar a que “pasara la tormenta.”

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Doce Errores… (1 de 15)

Doce Errores que no Podemos Cometer en la Nueva Evangelización de Europa

Introducción

Es desconcertante y triste ver a Europa dar la espalda a sus raíces cristianas, no sólo ni principalmente por lo que digan los papeles de una supuesta Constitución, sino ante todo porque la mayor parte de la gente se pronuncia en contra de las enseñanzas de la Iglesia y del Evangelio, especialmente en lo que atañe a la moral de la familia y el respeto a la vida frágil (aborto, eutanasia).

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Rogelio González Corso y los Mártires Cubanos

La escritora norteamericana Ann Ball ha lanzado un libro sobre figuras católicas contemporáneas ejemplares, en el cual se incluye un emocionante capítulo sobre el joven mártir cubano Rogelio González Corso, miembro de la Agrupación Católica Universitaria, fusilado por los comunistas en la prisión de La Cabaña, La Habana, en 1961 (“Faces of Holiness – Modern Saints in Photos and Words”, Our Sunday Visitor, Inc., Huntington, Indiana.

Rogelio hizo sus estudios secundarios en el Colegio de Belén, de los Padres Jesuítas, y posteriormente se graduó de ingeniero agrónomo en la Universidad de La Habana. Durante sus estudios universitarios, ingresó a la Agrupación Católica Universitaria, donde fue un miembro ejemplar, de comunión y rosario diarios, destacándose por su devoción a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.

En 1959, cuando Fidel Castro tomó el poder, ocupó por breve lapso un cargo administrativo en el ministerio de Agricultura. Lo abandonó en seguida que percibió el rumbo pro-comunista y anti-católico del nuevo régimen, pasando a liderar, en la clandestinidad, la resistencia de un grupo de jóvenes católicos. Sobre esta decisión, comenta la Sra. Ball: “Rogelio decidió así ofrecer su vida para erradicar el comunismo y recuperar para Dios a su querida Patria”. El 18 de marzo de 1961 fue arrestado por las fuerzas castristas. Después de un juicio sumario y secreto, murió en el paredón de fusilamiento el 20 de abril del mismo año, gritando “¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo! ¡Viva la Agr…”, no pudiendo terminar de decir “Agrupación Universitaria”, pues la descarga de fusilería segó su vida.

Rogelio González Corso dejó una carta a sus familiares, escrita pocas horas antes de su muerte, que constituye un verdadero legado espiritual, con valiosos principios que podrán iluminar la reconstrucción cristiana de Cuba.

Después que en 1998 escribí un modesto artículo, “Mártires cubanos: no los olvidemos” (DIARIO LAS AMÉRICAS, ed. electrónica, Nov. 12, 1998), fuimos contactados por la Sra. Ball, solicitando mayores antecedentes. Somos testigos de su paciente y tenaz esfuerzo para obtener en el destierro cubano documentación inédita sobre Rogelio González Corso y otros jóvenes mártires católicos de la isla. Un fruto magnífico de ese empeño, digno de ser continuado, es este capítulo de su reciente libro. Ann Ball supo así enfrentar los obstáculos del tiempo transcurrido que, inclemente, intenta dejar atrás a insubstituibles testigos de esos hechos.

La escritora norteamericana se refiere también a la histórica y filial carta “¡Santo Padre, rescatad del olvido a lo mártires cubanos, víctimas del comunismo!”, suscripta por 500 de las más representativas personalidades del exilio cubano. Dicho documento, llevado a Roma por el Sr. Sergio F. de Paz y el Dr. Enrique J. Cantón, fue entregado el 14 de octubre de 1999 en las manos de un alto dignatario de la Secretaría de Estado del Vaticano, quien tuvo la deferencia de firmar un protocolo dejando constancia del acto.