Fair Play (4a. y última parte)

Keeping track of…

Hay una expresión muy inglesa que refleja otra dimensión del fair play. Es la idea de seguirle la pista (keep track) a los demás “jugadores.” Si la vida es como un juego y ganar es lograr que unas reglas sean las reglas del juego, es tu deber conocer al máximo las reglas y estrategias de los demás.

Este aspecto del modo inglés conduce a una paradoja más: la construcción que valora por igual la privacidad y el espionaje. Es la exaltación simultánea de la excentricidad y el voyeurismo. Cada quien es celoso hasta la paranoia de su mundo y a la vez mantiene un ojo en el mundo de los demás. Esto se refleja bien en la prensa británica. Podemos esperar obras magistrales, como algunos documentales de la BBC o pasquines repuganantes como algunos periódicos sensacionalistas. Y las dos cosas se venden en gran volumen y a la vez… probablemente incluso a las mismas personas!

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Fair Play (3a. parte)

País de los desconciertos

El modo de ser inglés ha deconcertado a más de uno. Un caso famoso es el de Karl Marx. Este genial pensador, teniendo a la vista la pobreza y las estadísticas de la injusticia social en la Londres del siglo XIX, se atrevió a profetizar que el comunismo despuntaría en Inglaterra. Era una buena apuesta. Basta leer a Charles Dickens o consultar un manual de historia británica para asomarnos a lo que Marx tuvo que ver con espantoso realismo: la revolución industrial se alimentó, casi más que con el carbón para las máquinas, con la sangre y el sudor de los propios ingleses pobres, con sus esposas y sus niños. Algo apocalíptico se cocinaba como en una caldera en las miradas enfermas y resentidas de esos esclavos que laboraban 12 y más horas diarias. Marx vio eso. Luego fue a la Biblioteca Nacional de Londres y analizó juiciosamente datos y más datos. Así se gestó Das Kapital.

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Fair Play (2a. parte)

Haciendo del orgullo virtud

El Fair Play tiene un único pero muy poderoso argumento, según es mi opinión: Si disminuyes a tu adversario para vencerlo nunca sabrás qué tan grande eres. Yo no soy sociólogo ni mucho menos pero mi impresión es que el fomento institucional y consuetudinario del orgullo hace parte de las sociedades en las que las reglas son más respetadas. Al parecer, cuando un ser humano construye un concepto muy alto e individualista de sí mismo incluye en ese concepto sus principios, que en buena parte provienen de las reglas de la sociedad en que vive. El efecto final es que la gente se acostumbra a trabajar por sus metas respetando las reglas, aunque con la clara esperanza de que esas mismas reglas le demuestren todo lo grande de su autoimagen. Este sistema resultó extraordinariamente eficaz para el Imperio Británico y de algún modo se ha extendido adonde ese mismo Imperio ha llegado.

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La disyuntiva

Todavía recuerdo mi extrañeza la primera vez que oí hablar de sectas dentro de la Iglesia Católica. Semejante calificativo se justificaría, opinan muchos, por el comportamiento de corte absoluto, fundamentalista y proselitista. Los merecedores del epíteto serían grupos y movimientos del estilo del Camino Neocatecumenal, Comunión y Liberación, Legionarios de Cristo, e incluso la Renovación Carismático.

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Una parábola mil veces repetida

Los norteamericanos, cultores de la eficiencia en tantas cosas, han resultado especialmente eficientes en transmitir un ideal de vida, una especie de “parábola” de lo que significa triunfar y ser feliz. Es mi opinión que esta parábola, mil veces repetida, constituye el corazón mismo del sueño americano.

Los elementos típicos de la parábola son:

1. Un problema, negocio, desafío o aventura (estos cuatro son casi sinónimos en el subconsciente de los EEUU).

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Los Estados Unidos de América

Ya de vuelta en Dublín, miro con gratitud el tiempo que Dios me concedió en los Estados Unidos, por todo lo vivido y aprendido.

Es un país gigante, atractivo, amigo de la apariencia tanto como de la eficiencia; pragmático, crispado, adolescente perpetuo, orgulloso de sus logros, cínico y noble, comerciante descarado; tierra en continua ebullición, país guerrero por vocación, amplio y anónimo, amigo del ahorro y del desperdicio, capaz de cualquier culto y de cualquier anonimato; país esquivo y cortés, procaz con un dejo de inocencia, sorpresivo, ágil, respetuoso y entrometido a la vez, sencillo en sus bases y sobrabundante en sus logros, idólatra del número uno y del puesto primero; y por encima de todo: rescoldo, el más vigoroso, de ese proyecto que un día pudo enamorar a toda Europa: el sueño del progreso continuo.

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Viaje

Hoy, después de tantas horas de vuelo (en la práctica vienen siendo dos días), me ponía a pensar cuánto avanza uno cuando se siente un poco presionado por las circunstancias.

Con motivo del viaje tenía que empacar y arreglar muchas cosas, y una vez más compruebo que el tener que moverse, el ponerse em movimiento, libera. De vuelva a Irlanda, con el favor de Dios, encontré una habitación bastante más organizada y lista para el trabajo, el estudio, la oración y el descanso.

Decididamente, la vida nos va cargando con más de lo que realmente necesitamos, y por eso ser más libre a menudo implica despojarse de cosas (y recuerdos, palabras…) Lo que realmente es necesario siempre es mucho menos de lo que cargamos.

Casa nueva

No queda mucho tiempo para escribir, porque he estado terminando la edición de un video para las vírgenes y porque hay mucho que hacer con toda esta familia Medina-Durango. La noticia grande es el cambio de casa. Si Dios permite, en cosa de dos meses se habrán mudado para otra ciudad, Concord, cercana a Walnut Creek, pero en la misma área.

Pude ver la nueva casa, más grande, y me siento feliz con ellos, así como con lo que a todos les alegra mucho, que Felipe tiene más espacio para jugar y aprender.

Bendigo a Dios por este tiempo que me regaló con mi hermano y su familia.