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92. El Amanecer

Resurrección92.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

92.2. El amanecer tiene una enseñanza para ti. Todo está oscuro, y las cosas están y existen, pero como si no estuvieran. Sus mensajes, es decir, aquello que dicen con la duración que Dios les dio, están como ausentes. La noche se parece al vacío: es como si todos se hubieran ido. Los primeros resplandores del alba te dejan ver las siluetas de las cosas, pero todo su misterio queda aún por descubrir.

92.3. La negra tiniebla da paso a los pardos y grises, y después a tenues colores que aún se confunden con la bruma de aquella hora primera. Despunta luego el sol, y con sus primeros rayos hiere de muerte a la noche, que ya pierde terreno irremediablemente. La figura de cada cosa se dibuja y todo sucede como si un ágil y diestro pintor recorriera el paisaje más rápido que la misma luz, y fuera vistiendo de brillo y de vida todo lo que descubren tus asombrados ojos.

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Ejercicios sobre el perdón, 11

Jesús acogeLa Misericordia
(Ex 32, 7-11. 13-14; Lc 10, 29-37; 1Tim 1,12-17; Lc 15,1-32)

Les invito a una reflexión sobre el corazón misericordioso del Padre. En tres maravillosas parábolas Jesús nos regala una extraordinaria descripción del corazón del Padre celestial, al tiempo que nos muestra también su propio corazón. La misericordia es la característica primordial del Señor. El tercer evangelista, escritor de una sensibilidad exquisita, nos ofrece tres retratos extraordinarios realizados por Jesús describiéndonos el modo de ser del Padre celestial. Son de tanta finura esas narraciones que Ernesto Renán llamó al evangelio de san Lucas: “El libro más bello que se ha escrito en toda la historia de la humanidad”. A través de este Evangelio y de toda la Escritura se escucha permanentemente como música de fondo la misericordia de Dios para con el hombre, para con su pueblo. En el NT sentimos una cierta conmoción al escuchar el testimonio de la misericordia de Jesucristo con los pecadores. Son preciosas y tiernas esas parábolas que nos pintan la misericordia de nuestro Dios y Señor. Entre otras, además de las tres del capítulo 15 de Lucas, las parábolas del Buen Samaritano, de la adúltera, la pecadora perdonada, Zaqueo.

Los rostros de la misericordia: Los capítulos 15 a 19 de Lucas son como el corazón del tercer evangelio. El 15 inicia con una introducción donde Jesús, invitando a los escribas y fariseos a entender su manera de ser al acoger a los pecadores y comer con ellos, nos entrega vibrante la más extraordinaria pintura del Padre y nos pone en contacto con ese corazón desbordante de ternura y misericordia. En un crescendo amoroso va comparando al Padre con una mujer (8-10), con un pastor (3-7), con un padre que nos quiere con entrañable ternura de madre (11-32). Este amor misericordioso del Padre es para todos sus hijos, especialmente los marginados, las gentes de conducta desviada, los rechazados por la sociedad, los desechables. Dios ama a sus hijos y no puede hacer otra cosa que mostrar su amor para con ellos, perdonando, comunicando amor. El retrato del Padre pintado por Jesucristo nos conmueve y nos infunde ánimos para vivir como hijos, aunque nos hayamos distanciado de nuestro Padre. En su misericordia casi es el quien nos pide perdón por no habernos dejado amar de Él.

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91. ¡Aleluya!

Catedral de Los Angeles91.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

91.2. “¡Aleluya!”: Esta es la palabra propia del domingo. “¡Aleluya!”: Esta es la canción del pueblo redimido. “¡Aleluya!”: Esta es la poesía del corazón enamorado y agradecido. “¡Aleluya!”: Esta es la consigna de los misioneros y el verdadero catecismo de los educadores. “¡Aleluya!”: Este es el precioso vínculo entre la tierra y el Cielo, la danza de amor que une a los Ángeles y los hombres.

91.3. Enséñale a tus pies a llevar ritmos de aleluya cuando caminen. Acostumbra tu corazón a palpitar aleluyas cuando acoge y envía la sangre por todo tu cuerpo. Educa a tus párpados, para que digan aleluya cuando se cierren y cuando se abran, de modo que siempre estén cerrados a la mentira de las tinieblas y abiertos al esplendor del Día de Cristo.

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Transparencia

Atardecer en la selvaUna profunda sensación de trascendencia embarga mi alma a esta hora; algo inmenso y bello; una dulzura cargada de seriedad augusta; una ternura que apenas cabe en palabras y que me mueve a un respeto inmenso hacia todo lo que existe.

De repente, es como si todo me pareciera digno de grande atención y también de algo que sólo puedo describir como veneración: sí, veneración, unida a un amor a la vez suave y fortísimo, que me envuelve en oleadas de gratitud y cercanía.

Es también una sensación de transparencia; quiero decir, como si las cosas, todas las cosas, se volvieran de cristal, y la luz que las sostiene empezara a asomar desde adentro mismo de ellas. No es esta una luz exterior sino algo así como si las cosas mismas estuvieran hechas de luz.

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Ejercicios sobre el perdón, 10

PerdonarEl camino para el perdón: Les invito a iniciar esta reflexión sobre el camino del perdón, que nos lleva hasta el bienestar. Veremos cómo se crean los rencores, los odios, cómo se destruyen con el perdón y cómo podemos construir una vida de tranquilidad y confianza en los demás. Son muchos los testimonios de personas cuya vida ha cambiado dando un perdón completo. Ojalá también usted pueda aprender a perdonar para siempre.

Entregar demasiado espacio: Para caminar mejor tratemos de imaginar nuestra cabeza como una casa con una cantidad de habitaciones y lugares disponibles. Usted es el dueño y tiene total autonomía para arrendar su casa y los lugares que quiere arrendar. En cierto momento llegan inquilinos a buscar lugar en ella, son sus heridas y rencores.

Les puedes arrendar la habitación principal y construirles, además, una tina de agua caliente. Podemos ofrecerle una tarifa reducida sin término de vencimiento; o solamente arrendarles por un día. Puedes permitirle colocar sus pertenencias en todas las habitaciones de la casa o limitarlos a la pequeña habitación que queda detrás de la casa. En otras palabras: ¿cuánto tiempo gastamos pensando en nuestras aflicciones o decepciones? ¿Con qué intensidad?

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