Ejercicios sobre el perdón: Práctica No. 3

PerdonándoseDe corazón a corazón

Respira suavemente. Mira el aire saliendo de ti. Mira el aire entrando en ti. Ábrete a él. Continúa respirando sin prisa. Tómate ahora un minuto para escuchar cómo suenan los latidos de tu corazón. Siéntelos bien… Ahora piensa en una persona contra la cual sientes cierto prejuicio u hostilidad… Durante un minuto trata de ver la cara real de esa persona. Imagínate cómo suenan los latidos del corazón de esa persona.

Ahora, imagínate que estás con esa persona en un lugar donde te sientes a salvo… Mírala a los ojos… Los dos se miran a los ojos… Respira profundamente, despacio… Imagina que durante al menos unos minutos los dos están dispuestos a mirarse mutuamente más allá de las apariencias… Escucha lo que esa persona te dice de sus temores… Imagínate que realmente deseas comprender y comprenderla… Dile qué temes de él y en qué es en lo que te ha ofendido. Una vez más escucha cómo suenan los latidos de tu corazón e imagina el sonido del latido de tu compañero. Respira profundamente y con serenidad.

Reyes que venís por ellas…

Adoración de los Reyes Magos

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Letra de la Liturgia de las Horas:

Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.

No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.

Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.

Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.

Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.

Ayer en leve centella…

Portal de Belén

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Letra de la Liturgia de las Horas:

Ayer, en leve centella,
te vio Moisés sobre el monte;
hoy no basta el horizonte
para contener tu estrella.

Los magos preguntan; y ella
de un Dios infante responde
que en duras pajas se acuesta
y más se nos manifiesta
cuando más hondo se esconde.

Estrella nunca viste se aparece…

Reyes Magos y Estrella

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Letra de la Liturgia de las Horas:

Estrella nunca vista se aparece
a los remotos magos orientales,
y, al juzgar de los fuegos celestiales,
otra lumbre mayor los esclarece.

Nacido sacro Rey se les ofrece,
con nuevas maravillas y señales,
para que reverentes y leales
la obediencia le den como merece.

Parten llevados de la luz y el fuego,
del fuego de su amor; luz que los guía
con claridad ardiente y soberana.

Subió al trono de Dios el pío ruego,
y, llenos de firmísima alegría,
vieron la luz de Dios por nube humana.

96. No Quedaré Confundido

Via Crucis96.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

96.2. Hay una promesa y una esperanza que el libro de los Salmos repite con alguna frecuencia: “No quedaré confundido” (Sal 25,2.20; 31,2; 71,1; 119,80). ¿A qué se refiere esta “confusión”? Es el nombre que la Escritura da a ese sentimiento profundo y evidente de estar en contradicción con uno mismo.

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Ver a Dios en la criatura…

Navidad

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Letra de la Liturgia de las Horas:

Ver a Dios en la criatura,
ver a Dios hecho mortal
y ver en humano portal
la celestial hermosura.
¡Gran merced y gran ventura
a quien verlo mereció!
¡Quién lo viera y fuera yo!

Ver llorar a la alegría,
ver tan pobre a la riqueza,
ver tan baja a la grandeza
y ver que Dios lo quería.
¡Gran merced fue en aquel día
la que el hombre recibió!
¡Quién lo viera y fuera yo!

Poner paz en tanta guerra,
calor donde hay tanto frío,
ser de todos lo que es mío,
plantar un cielo en la tierra.
¡Qué misión de escalofrío
la que Dios nos confió!
¡Quién lo hiciera y fuera yo. Amén.

Te diré mi amor, Rey mío

Kissing God

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Letra de la Liturgia de las Horas:

Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.

Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.

Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizás con gotas de sangre.

Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.

Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.

Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro Valle! Amén.

95. Los Caminos del Fuego Divino

Corazón de Fuego95.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

95.2. Tu oración es pequeña; eso es verdad. Pero unida a la oración de la Iglesia es muy grande. Y para que descubras el valor de esta oración de la Iglesia, hoy quiero hablarte.

95.3. Lo primero que debes saber a este respecto es que, si el mundo no ha muerto de frío, se debe a que hay hogueras de amor encendido. Pues bien, todo el fuego que arde o que llegue a arder en la faz de la tierra tuvo y tiene su comienzo en aquella llamarada de la que dijo Cristo: «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra…» (Lc 12,49), promesa que cumplió a cabalidad cuando «Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos» (Hch 2,3).

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El Amor nos pone en Movimiento

Homilía en memoria de Patricia Villamarín,
para el día de Navidad de 2007

De acuerdo con mi aerolínea, he viajado algo más de 9000 kilómetros para dar un abrazo.

O digo mejor, varios abrazos: en especial a nuestra querida Mariana, a Saulo, y a Alicia, las personas que Patricia tuvo más cerca en esta tierra.

Esos 9000 kilómetros me han dado tiempo y sobre todo ocasión para pensar, y el resumen de lo que ha llegado a mi mente y corazón está en esta frase: el amor nos pone en movimiento. Estamos aquí, hemos venido a este lugar, en esta noche de Navidad, porque nos amamos y porque el amor nos ha puesto en movimiento.

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Este es un hombre que yo admiro

Este es aquel que ha descubierto cuánto cuesta encontrar la verdad. Este es un hombre de convicciones profundas, logradas a precio muy alto. He aquí alguien suficientemente fuerte como para llorar por lo que vale la pena; este es un hombre que sabe qué significa abrazar y que tiene un amplio diccionario de sonrisas y de sueños.

No lo llames un triunfador, no por ahora. Espera un poco, guarda tus palabras, que ya lo verás levantarse, como lo ha hecho tantas veces, y entonces podrás saludar a uno de esos pocos líderes que no necesitan aplastar a otros para sentirse grandes.

La humildad ha sido su maestra, y él ha sabido sentarse, con noble obstinación, en los bancos de la escuela de la vida, allí donde todos deberíamos aprender que todos, absolutamente todos nos equivocamos; y todos, absolutamente todos, merecemos segundas y terceras oportunidades.

La soledad ha arropado muchas veces su alma; el frío del fracaso y la burla de los que al final resultan más astutos son capaces de pulverizar el ánimo de cualquiera. Este hombre sabe de todo eso. Sabe de las calles heladas donde sólo llueven desengaños, y sabe de los mercados falaces donde la honestidad tiene poco precio. Él sabe de todo eso, pero no se ha quedado ahí. Es un peregrino con una reserva increíble de esperanza. Su alforja tiene muchas lágrimas, pero no le faltan las oraciones de la mamá, el afecto de los pocos buenos amigos, y el calor bendito de papá y hermanos.

Sobre todo hay algo que no le falta: la mirada luminosa de su niña. Aquella hija, aquella bendita hija, es una fuente de alegría; es un beso del futuro, una promesa que se cumple en cada encuentro, una música siempre nueva en sus oídos, un perfume que puebla de amor el lugar donde ella esté. Aquella bendita princesa podría resucitar a este hombre, si hasta allá hubiera que llegar.

Dardos de fuego han golpeado a este hombre que yo admiro. Otros serían ya solo un recuerdo. Este hombre está hecho de otra cosa. No es el acero escandaloso e insensible lo que lleva en su alma; no es la pretensión de uno de esos que creen saberlas todas. Por sus venas corre sangre humana, y eso, que debería ser la norma, es hoy la excepción, porque este mundo casi ha olvidado los ritmos de un corazón cuando palpita.

Saber palpitar es saber indignarse ante el aborto; saber palpitar es entender lo que se juega en los años decisivos de la juventud; saber palpitar es saber perdonar y saber perdonarse; es pedir excusas, si hay que hacerlo, sacudir el polvo, levantarse otra vez y mirar de frente al sol que nace.

Disculpen todos lo que voy a decir: pocas personas realmente admiro. Una de ellas es este hombre, que Dios me regaló como hermano.

Ahora, cuando un abismo de incertidumbre y de dolor se abre tan cerca de su alma, yo sólo sé una cosa: que el Bien que hay en ti, hermano, es más fuerte. Toma esa mano pequeña, la de tu princesa, eleva otra vez tu corazón al Redentor, no dejes de alcanzar con tu voz a los que necesitan de un consejo tuyo, y de tu manera maravillosa de ser HUMANO.

Este es un hombre que yo admiro: Saulo Medina.

Vino Cristo por nosotros

María y el Niño JesúsPara algunos de nosotros esta Navidad tendrá un sabor distinto. Estoy pensando en las familias de mis hermanos en el Perú, afectados por el terremoto; estoy pensando en tantos amigos y conocidos en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, que enfrentan un panorama incierto y duro, para sí mismos y para su país; estoy recordando con amor a tantos en Venezuela que sufren al ver a su país polarizado y tan cerca de un punto de no retorno.

Vienen a mi mente también las condiciones de dura opresión de los cristianos en Irak y en la mayoría de los países de mayoría musulmana. Graves interrogantes se ciernen además sobre Birmania, que ha visto desfilar a cientos de miles de monjes budistas, algunos de ellos asesinados impunemente. El panorama de Rusia es estable pero bajo la hegemonía disfrazada del férreo poder de Putin. China obliga a los fieles al Papa a esconderse. Argelia arde, lo mismo que Paquistán; la paz es esquiva en Sudán, y Zimbawe se acerca a lo que parece un abismo. El presidente norteamericano George W. Bush ha rechazado diálogo directo con el presidente sirio, a la vez que la tensión en Irán no cede. Y los países que parecieran gozar de relativa estabilidad democrática encuentran morboso solaz en exterminar vidas inocentes a través del aborto. Sí: estoy pensando en los 100.000 asesinados este año en España, y los centenares de miles de Inglaterra, Canadá y Estados Unidos, comienzo de una lista que es muy larga…

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