Condescendencia de Dios

13. En la Sagrada Escritura, pues, se manifiesta, salva siempre la verdad y la santidad de Dios, la admirable “condescendencia” de la sabiduría eterna, “para que conozcamos la inefable benignidad de Dios, y de cuánta adaptación de palabra ha uso teniendo providencia y cuidado de nuestra naturaleza”. Porque las palabras de Dios expresadas con lenguas humanas se han hecho semejantes al habla humana, como en otro tiempo el Verbo del Padre Eterno, tomada la carne de la debilidad humana, se hizo semejante a los hombres.

[Constitución Dei Verbum, n. 13, del Concilio Vaticano II]

II-E. Examinarnos en la justicia

93. Inmola un hijo a los ojos de su padre quien ofrece sacrificios con los bienes de los pobres. Pan de indigentes es la vida de los pobres, quien se lo quita es un hombre sanguinario. Mata a su prójimo quien le arrebata su sustento, vierte sangre quien quita el jornal al obrero. (Sir 34,20-22)

94. Atesorasteis para el fin del mundo. El jornal de los obreros, que no pagasteis a los que segaron vuestros campos, alza el grito; el clamor de los segadores ha llegado a los oídos del Señor de los Ejércitos. Habéis vivido en la tierra con lujo refinado; habéis cebado vuestros cuerpos para el día de la matanza. Oprimisteis y matasteis al inocente: ¿no os va a resistir Dios? (St 5,3-5)

Ser fraile dominico

“La vocación debe cambiar al tiempo que maduramos como personas. Quizás he aprendido a valorar las cosas sencillas de cada día. Hay alguien que decía que cuando eres joven quieres cambiar el mundo y cuando eres mayor te gustaría ser capaz de cambiarte a ti mismo. La vocación es una carrera de fondo. Hace falta tiempo y paciencia, tanta como Dios tiene con cada uno de nosotros. Lo realmente importante es ser de verdad creyente, discípulo de Jesús…” Click!