El hombre y el mundo

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos.

Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.

Cierto día, su hijo de 7años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado.Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.

De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras recorto el mapa en varios pedazos y unto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: “como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie”. Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así.Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente.”Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo.

“Al principio el padre no creyó en el niño.

Pensó que sería imposible que, a su edad haya conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes.Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo.

Todos los pedazos habian sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posbile? ¿Cómo el niño había sido capaz?- Hijito, tu no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?- Papá, yo no sabía com era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre.Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo.

Los religiosos en la España del XVI

Otro factor que tuvo influjo decisivo en la acción de España en las Indias fue la reforma religiosa que, en la península, anticipándose a la tridentina, se venía realizando ya desde fines del siglo XIV. Eso hizo posible que, en los umbrales del siglo XVI, las Ordenes religiosas principales y las Universidades vivieran una época de gran pujanza.

Las más importantes Ordenes religiosas habían experimentado auténticas reformas, los jerónimos en 1373, los benedictinos de Valladolid en 1390. Los franciscanos, a lo largo del siglo XV, se afirmaron en la observancia; junto a ésta crecieron nuevas formas de vida eremítica, ya iniciadas en los eremitorios de Pedro de Villacreces (1395), y en 1555 culminaron su renovación con los descalzos de San Pedro de Alcántara (1499-1562). En cuanto a los dominicos, también durante el siglo XV vivieron intensamente el espíritu de renovación con Luis de Valladolid, el beato Alvaro de Córdoba, el cardenal Juan de Torquemada, o el P. Juan de Hurtado. La renovación cisterciense, por su parte, fue ligada a Martín de Vargas, la agustiniana a Juan de Alarcón, y la trinitaria a Alfonso de la Puebla.

Los Reyes Católicos, con la gran ayuda del franciscano Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (1437-1517), arzobispo de Toledo, apoyaron y culminaron en su reinado la reforma de las Ordenes religiosas, ayudando así en grado muy notable a poner firmes fundamentos a la renovación religiosa de España en el siglo XVI. Esto que, como sabemos, tuvo una gran repercusión en el concilio de Trento, fue también de transcendencia decisiva para la evangelización de las Indias.

Con todo esto, y con la expulsión de los judíos y los árabes, obrada por un conjunto de causas, España en el XVI es un pueblo homogéneo y fuerte, que tiene por alma única la fe cristiana. Las universidades de Salamanca y Alcalá, bajo el impulso de hombres como Cisneros o Nebrija, se sitúan entre las principales de Europa, uniendo humanismo y biblismo, teología tomista y misticismo. Figuras intelectuales de la talla de Vitoria, Báñez, Soto, Cano, Medina, Carvajal, Villavicencio, Valdés, Laínez, Salmerón, Maldonado, hacen de España la vanguardia del pensamiento cristiano de la época. Igualmente en novela y teatro, poesía y pintura, España está viviendo su Siglo de Oro. En fin, el XVI en España es sobre todo el siglo de un pueblo unido en una misma fe, que florece en santos; pero de ello hemos de tratar en el próximo capítulo.

El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Los himnos de Adviento, segunda parte

Himnos de Laudes
para la segunda parte del Adviento:
Días de entre semana, a partir del 16 de Diciembre

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QUE VIENE CRISTO REPITEN


Que viene Cristo repiten
con su clamor los profetas,
previniendo que la gracia
de la redención se acerca.

Se anuncia nuestro mañana,
los corazones se alegran,
anunciadoras de gloria
miles de voces resuenan.

Fue el primer advenimiento
no de castigo ni de pena,
sino por curar heridas
salvando a quién pereciera.

Mas que ha de venir de nuevo
su venida nos alerta,
a coronar a los justos
y a darles la recompensa.

Luz perenne se nos brinda,
la salvación centellea,
y un resplandor nos convoca
a las mansiones etéreas.

Oh Cristo, anhelamos verte
cual Dios en visión perpetua,
porque este gozo será
bienaventuranza eterna.

Amén.

* * * * *

LA PENA QUE LA TIERRA SOPORTABA


La pena que la tierra soportaba,
a causa del pecado, se ha trocado
en canto que brota jubiloso
en labios de María pronunciado.

El sí de las promesas ha llegado,
la alianza se cumple, poderosa,
el Verbo eterno de los cielos
con nuestra débil carne se desposa.

Misterio que sólo la fe alcanza,
María es nuevo templo de la gloria,
rocío matinal, nube que pasa,
luz nueva en presencia misteriosa.

A Dios sea la gloria eternamente,
al Hijo suyo amado Jesucristo,
que quiso nacer para nosotros
y darnos su Espíritu divino.

Amén.

* * * * *

Himnos de Vísperas
para la segunda parte del Adviento:
Días de entre semana, a partir del 16 de Diciembre

ESCUCHA, CASA DE DAVID


Escucha, casa de David:
La Virgen pura se halla encinta;
Dios la acaricia y la fecunda
y la hace Madre de la vida.

La Virgen grávida nos lleva
en el secreto de su dicha;
la Virgen fiel nos abre ruta
por su obediencia de discípula.

Espera en calma la agraciada,
con ella el mundo se arrodilla;
levanta el pobre la mirada,
con ella pide la venida.

Nacido en tiempos sin aurora,
el Hijo espera con María.
¡Oh Dios de amor, nuestra esperanza,
cambia tu espera en parusía!

¡A ti, Jesús, Hijo esperado,
aparecido en nuestros días,
con santo júbilo cantamos!
¡Ven en tu reino, ven de prisa!

Amén.