Un pueblo apostólico y misionero

La Iglesia en las Indias fue una madre capaz de engendrar con Cristo Esposo más de veinte naciones cristianas. Y en esta admirable fecundidad misionera colaboraron todos, Reyes y virreyes, escribanos y soldados, conquistadores y cronistas, escribanos y funcionarios, frailes y padres de familia, encomenderos, barberos, sastres y agricultores, indios catequistas, gobernadores y maestros de escuela, cofradías de naturales, de criollos, de negros, de españoles o de viudas, gremios profesionales, patronos de fundaciones piadosas, de hospitales y conventos, laicos fiscales y religiosas de clausura, párrocos y doctrinos, niños hijos de caciques, educados en conventos religiosos, corregidores y alguaciles…

Todo un pueblo cristiano y fiel, con sus leyes y costumbres, con sus virtudes y vicios, con sus poesías y danzas, canciones y teatros, con sus cruces alzadas y templos, sus fiestas y procesiones, y sobre todo con sus inmensas certezas de fe, a pesar de sus pecados, fue el sujeto real de la acción apostólica de la Iglesia.

Ese pueblo, evidentemente confesional, que no fue a las Indias a anunciar a los indígenas la duda metódica, sino que recibió de Dios y de la Iglesia el encargo de transmitir al Nuevo Mundo la gloriosa certeza de la Santa Fe Católica, cumplió su misión, y es el responsable de que hoy una mitad de la Iglesia Católica piense y crea, sienta, hable y escriba en español.

El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Hablar de Dios en los límites de la razón

Kant dijo que hay hablar de Dios “en los límites de la razón”. ¿Cuáles son esos límites? ¿Cómo refutar esta postura? -S.B.

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Para Kant el único discurso que puede asegurar un lugar en la plaza pública, es decir, el único que puede ser completamente comprensible por otros humanos, es el discurso que se mantiene en los límites de la razón. No es que él limite el ser humano a lo racional, sino que la expresión de nuestro conocimiento sólo puede ser expresada y recibida si es racional. Ello es así, según él, porque la racionalidad es la condición misma de todo conocer, dada la estructura de la mente humana, previa a toda experiencia.

Eso no implica directamente que no exista Dios o que no se pueda tener fe sino que de la religión debe hablarse, según él, dentro de los límites de la razón, como lo indica de hecho una de sus obras más conocidas: “La religión dentro de los límites de la razón.”

La religión así entendida es básicamente una herramienta para el mejoramiento moral del individuo y potencialmente para el buen orden de la sociedad. Sin embargo, para Kant la religión debe librarse de lo que él considera supersticioso o fanático, y este doble criterio implica el rechazo a la revelación, lo sobrenatural, la obra de la gracia y la posibilidad de la santificación. Además, ninguna religión puede imponerse socialmente ni puede entonces tener un estatuto particular en la sociedad humana.

La principal crítica a la postura kantiana no viene de la religión sino de su postura filosófica misma. Examínese la categoría “superstición” por ejemplo. Con facilidad se puede considerar como supersticioso lo que resulta difícil de explicar o sencillamente lo que supera el cuerpo de conocimiento que la sociedad tiene en momento dado de su historia. Entonces el adjetivo “supersticioso” se convierte simplemente en un arma para validar un tipo de conocimiento (el de la ciencia) invalidando toda otra forma de conocer, por ejemplo, lo que venga de la experiencia, la sabiduría popular, o la religión. Dicho de otro modo: los “límites de la razón” son a menudo bastante arbitrarios y poco racionales, y por ello no se ve por qué sean el máximo tribunal al que todos deban someterse.

Ello no significa desprecio a la razón, ni tampoco aceptación del capricho, sino conciencia de que el espacio de la razón no es necesariamente equivalente al espacio del conocimiento y al espacio de la verdad.

Lo que se sigue haciendo mal al celebrar la Misa

“Es cierto que, gracias a Dios, los desmanes y desastres que se llevaron a cabo en los primeros años siguientes al Concilio Vaticano II en cuestiones litúrgicas, han remitido mucho. Pero a pesar de todo, aún se siguen haciendo mal muchas cosas. Fundamentalmente por ignorancia. Por eso, no está de más reseñar algunas de esas cosas más frecuentes que son contrarias a lo que se debe hacer…”

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Gimnasio Mental 019

Timoteo, Ulises y Víctor son obreros en una finca en la que hay que hacer muchos huecos de cimentación. Sucede que Timoteo y Ulises, trabajando juntos, hacen un hueco en cuatro días. Timoteo y Víctor hacen un hueco en tres días. Ulises y Víctor hacen un hueco en dos días. ¿Cuánto tardaría Timoteo en hacer un hueco él solo?

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Mariología Básica, 2 de 2, La Virgen María y la vida del cristiano

[Enseñanzas ofrecidas en la Asociación Jesús en ti confío, en Bucaramanga, Octubre de 2014.]

Tema 2 de 2: Dogmas marianos y su relación con la vida del cristiano

* De cinco modos principales ayuda la Virgen María a que todos los cristianos alcancen su plenitud en Jesucristo:

Ejemplo
Estímulo
Intercesión
Protección
Auxilio

* Una mención especial requieren los dos últimos. Como protectora, la Virgen aleja al enemigo que ve en ella su más humillante derrota. Como auxilio, ella tiene una particular relación con el mundo angélico y una particular potestad sobre la naturaleza material a partir de su asunción, que es participación en la resurrección de Cristo.