Oración a Santa Catalina de Siena

ORACIÓN A SANTA CATALINA DE SIENA

Catalina, hija de la Providencia de Dios Padre,
enséñanos a descubrir en Él nuestro fundamento inconmovible
y a vivir con alegre gratitud la certeza de ser sus hijos amados.

Catalina, esposa fidelísima del Verbo Encarnado,
enséñanos a escuchar su voz con fe y amor,
para conocernos más y más como Dios nos conoce
y para reconocerle a Él como Señor de nuestras vidas.

Catalina, madre de una grande y bella Familia Espiritual,
acógenos como fruto de tu poderosísima plegaria;
recíbenos como discípulos en la escucha de tu sabia doctrina,
abrázanos como a hijos que en ti confían;
enséñanos a ser hermanos, diversos pero unidos:
partícipes de un mismo Fuego de Amor en Cristo,
ágiles en el servicio a la Santa Iglesia,
limpios en la intención, el corazón, las palabras y las obras.

Catalina, mujer y milagro del Espíritu Santo,
audaz y prudente, generosa y penitente,
pura y fecunda, humilde y ya bienaventurada,
pide de Dios para nosotros:
misericordia, que cubra nuestro pasado,
sabiduría que ilumine nuestro presente,
y gloria celeste, que sea nuestro futuro,
a los pies del Cordero Degollado y Victorioso,
junto a María, la Virgen Santísima,
y cerca de ti para siempre.

Nadie se acercó a ti sin volverse mejor;
irradia, pues, tu bondad sobre nosotros,
y haz con tu oración que la gracia dé su fruto en nuestras vidas
en el tiempo y para toda la eternidad.

Amén.

[Musica de fondo, cortesía de Bensound.com]

Fundamento bíblico de los sacramentales

Los sacramentales son “signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida”

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¿Por qué gritamos?

Un día un maestro preguntó a sus discípulos lo siguiente:

¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?

Los hombres pensaron unos momentos: Porque perdemos la calma – dijo uno – por eso gritamos. Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? preguntó el maestro – no es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué grita a una persona cuando estás enojado? Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía al maestro.

Finalmente él explicó:

“Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuertes tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.”

Luego el maestro preguntó: “¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran?

Ellos no se gritan, sino que se hablan suavemente, ¿por qué?

Sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña. El maestro continuó: Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así están dos personas cuando se aman.”

Luego el maestro dijo: “Cuando discutan, no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tan larga que no encontrarán más el camino de regreso.”

Una mirada cristiana a la ciudad, 2 de 2: virtudes, defectos y una visión bíblica

[Conferencia a los docentes del Colegio Jordán de Sajonia, de los Padres Dominicos, en Bogotá, Colombia. Enero de 2015.]

Parte 2 de 2: virtudes, defectos y una visión bíblica

Virtudes ciudadanas

Brotan de la diversidad: respeto, tolerancia, autodominio, urbanidad, sociabilidad
Brotan del bien común: Solidaridad, laboriosidad, disciplina, participación, pertenencia

Desafíos ciudadanos

Desigualdad, inseguridad (humana y natural), anonimato, extremismo, manipulación

La visión bíblica

De Babel aprendemos que la arrogancia engendra confusión y división
De Babilonia podemos aprender que toda idolatría engendra esclavitud y muerte
De Jerusalén aprendemos que allí donde hay la certeza de sabernos amados por Dios encuentra su lugar la paz.

Una mirada cristiana a la ciudad, 1 de 2: Un recorrido histórico

[Conferencia a los docentes del Colegio Jordán de Sajonia, de los Padres Dominicos, en Bogotá, Colombia. Enero de 2015.]

Parte 1 de 2: Un recorrido histórico

Orígenes de la ciudad
La polis griega
Grandes ciudades del mundo antiguo
Los burgos medievales
Las ciudades renacentistas
La ciudad como lugar del derecho
La ciudad como taller
El concepto de urbanismo
Ciudades dentro de la ciudad
Interacciones complejas de virtualidad y realidad

Resumen: Un recorrido por la progresiva transformación de la convivencia humana, según los intereses dominantes de cada época y lugar: desde las hordas de cazadores y cultivadores a la complejidad de los “espacios vitales” que combinan la densidad de la metrópolis y la virtualidad de las redes sociales.

El enigma de los contrastes del mundo azteca

Quienes se asoman al mundo del México prehispánico no pueden menos de quedarse admirados de lo bueno, horrorizados de lo malo, y finalmente perplejos, al no saber cómo conciliar lo uno y lo otro. ¿Cómo es posible que en medio de tantas atrocidades se produjeran a veces, en los mismos que las realizaban, elevaciones espirituales tan considerables? (+L. Séjourné, Pensamiento 21). Es un misterio… Se desvanecería el enigma si tales elevaciones fueran sólo aparentes, pero resulta muy difícil dudar de su veracidad.

Ciertos rasgos de nobleza espiritual parecen indudables y relativamente frecuentes. Recordemos en aquellos primitivos pueblos mexicanos el sentido profundo de una transcendencia religiosa que impregnaba toda la vida, el sentido respetuoso de la autoridad familiar y social, la conciencia de pecado, las severas prácticas penitenciales comunes al pueblo o las excepcionales realizadas por algunos -como el llamado ayuno teuacanense de algunos jóvenes: cuatro años de oración, de celibato y de abstinencia rigurosa (Hernández, Antigüedades III,17)-, las oraciones bellísimas alzadas frecuentemente a los dioses… ¿Cómo relacionar todo esto con tantos otros errores y crímenes?

La clave del enigma está en que los mexicanos profesaban sinceramente una religiosidad falsa. La profundidad de su religiosidad, frente al Absoluto de unas divinidades superiores a lo humano, explica lo mucho que en ellos había de noble y admirable: es la presencia misericordiosa de Dios, que también actúa allí donde los hombres le buscan y apenas le conocen (+Hch 10,34-35). Y la falsedad de su religiosidad es lo que explica el abismo de los horrores diabólicos y de las supersticiones ignominiosas en el que estaban hundidos.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.