Hace 41 años, el 15 de Agosto de 1980, Dios me mostró por primera vez la hermosura de la vocación sacerdotal, de modo tal que mi corazón quedó fascinado, y orientado de otra manera hacia él.
Todo sucedió en un grupo de oración, en medio de la Eucaristía presidida por el P. Ernesto Mora, con la predicación del P. Francisco Pardo, quienes aún están entre nosotros.
Más de cuatro décadas después, yo reconozco que una homilía y una oración pueden cambiar una vida. Y por eso oro, aunque sea deficiente mi oración, y predico, queriendo hacerlo cada vez mejor.
Y te digo: Dios cambia vidas. Cambió la mía; puede cambiar la tuya.