Fray Luis de Bolaños (1539-1629)
El historiador jesuita Antonio de Egaña afirma que «en el continente hispanosudamericano ha de considerarse como fundador del método reduccional al franciscano Luis de Bolaños (Historia 190). De él nos da cumplida referencia Raúl A. Molina en su estudio sobre La obra franciscana en el Paraguay y Río de la Plata (329-400; 485-522).
Sin ser aún sacerdote, llegó Bolaños en 1575 a las misiones del Paraguay con los padres Villalba, San Buenaventura, de la Torre, y Vivaldo, y con el hermano Andrés. Partiendo de Asunción, hacia el norte, lograron en 1580 fundar Los Altos, una misión que reunía unos 300 indios. A veces no fundaban, sino que cristianizaban un poblado indio ya existente. Con Los Altos, las primeras reducciones fueron San Francisco de Atirá, San Pedro de Ipané, San Blas de Itá, San Buenaventura de Yaguarón.
El padre Bolaños, ya sacerdote, en 1597, tras un tiempo de ministerios en Ascensión, vuelve a misionar en la zona del Paraná. Nace entonces la reducción de San José de Cazaapá, con más de 600 familias, la de San Francisco Yutí, con otros 600 indios, la de Santiago del Baradero. En fin, fueron catorce las reducciones que se formaron entre 1580 y 1615, y otros diez pueblos fueron cristianizados. Muchos de estos núcleos de población hoy subsisten (Molina 485-486).
«Esta red de fundaciones, las primeras -hace notar el padre Egaña-, acusan ya la mente de su creador: circundar la capital de reductos cristianos fácilmente evangelizables desde el centro y evitar simultáneamente el incluirlos en la ciudad española, donde perderían su autonomía. Ideas-base para todo el ulterior desenvolvimiento de la obra. Es, pues, mérito del benemérito franciscano haber establecido ya el máximo axioma que presidiría toda la obra, y fuente capital del éxito» (190).
El gran misionero fray Luis de Bolaños, nacido en 1539, a los 79 años, agotado y casi ciego, se retiró a Buenos Aires, en donde murió en 1629. A él y a sus colaboradores se debió la composición de un catecismo, una gramática y un diccionario en guaraní, lengua que hoy felizmente sigue viva, en buena parte gracias a ellos. La presencia misionera franciscana en el Paraguay siguió siendo importante en los años siguientes: en 1680 había 150 religiosos en 11 conventos, y en 1700, 153 en 19.
También los dominicos desempeñaron una importante labor misionera en esta zona, como puede verse en la obra de Alfonso Esponera Cerdán, Los dominicos y la evangelización del Uruguay (San Esteban, Salamanca 1992). Especialmente importante fue la reducción de Santo Domingo Soriano, que hacia 1661 iniciaron junto al río Uruguay, y que por esas fechas reunía quizá más población que Buenos Aires, ciudad que le quedaba cerca.
El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.