Todo empezó hace algo más de veinte años. Margaret Tatcher era Primer Ministro en el Reino Unido, y en la cumbre de países europeos de 1984, celebrado en Fontainebleau, no lejos de París, soltó una de aquellas frases que la hicieron famosa: We want our money back: “Devuélvannos la plata.”
Tatcher se refería a un hecho que es verdad: durante muchos años los aportes del Reino Unido (UK) al presupuesto común de la Unión Europea (UE) han sido mayores que lo que la UE ha dado al Reino Unido. La idea no era ni es que el UK aporte menos a la UE sino que reciba de vuelta una parte de ese aporte al fondo común. Es lo que en el comercio llaman un “rebate.”
Ahora bien, Francia y Alemania, socios fundadores y tradicionalmente bastante fuertes, de la UE no están pasando por su mejor momento en cuanto a la economía. El desempleo alemán está alcanzando máximos históricos y la presión sindical en Francia ya mostró su garra en los discursos de la Izquierda, que a la postre impuso su NO al proyecto de la Constitución Europea. ¿Qué hacer? Bueno, ya vemos a Jacques Chirac empleando un lenguaje nuevo, pidiendo “un gesto de solidaridad” del UK con la UE. Hasta la fecha, la respuesta de Tony Blair, con abierto respaldo de todos los partidos políticos del UK es que no van a ceder y que el rebate debe continuar como fue pactado hace 20 años con los ajustes anuales correspondientes.
Varias preguntas son pertinentes a esta altura:
1. La Economía ha sido un motor poderoso de unión en la UE. ¿Será ella misma causa de división o de retroceso en los logros de la unidad?
2. Países como Irlanda, España, Grecia y Portugal han recibido mucho de la UE. Lo recibido se ha traducido en infraestructura, comunicaciones, nuevos horizontes de formación superior universitaria. La ampliación de la UE a 25 países implica un mayor número de países que requerirán recibir mucho y por mucho tiempo antes de alcanzar los estándares propios del llamado “estado de bienestar.” ¿Qué ajustes requerirá el presupuesto de la UE y quién estará dispuesto a aumentar la cuota?
3. Son los electores de cada país los que llevan a los políticos al poder. El egoísmo de cada país, o por lo menos su preocupación por su propio futuro, hace que para un político en el poder sea “buen negocio” aportar poco y exigir mucho. El futuro económico de la UE reclama en cambio “gestos de solidaridad” como los que ha pedido Chirac. ¿Cómo afianzar la idea de que el bien común es buen negocio a largo plazo sabiendo que ese “plazo” quizá se cuente en términos de una generación? ¿Están dispuestos los políticos en gobierno a sacrificar capital electoral de hoy para el bien común de mañana?
4. Algo sencillo de plantear pero muy difícil de responder: ¿Tiene que ver la política de inmigración del UK en su relativamente buen estado de salud económica, a lo menos en comparación con otros países?