1.- La voluntad necesita un aprendizaje gradual que se consigue con la repetición de actos en donde uno se vence, lucha y cae, y vuelve a empezar. Hay que adquirir hábitos positivos mediante la repetición de conductas.
2.- Para tener voluntad hay que empezar por negarse o vencerse en los gustos, los estímulos y las inclinaciones inmediatas (no dejarse llevar solo por el “me apetece” o “no me apetece”). La voluntad libera y conduce hacia la realización del proyecto personal y de la felicidad. La felicidad no consiste en vivir cómodamente, sino en saber vivir.
3.- Cualquier aprendizaje se adquiere con más facilidad a medida que la motivación es mayor. El que no sabe lo que quiere, el que no tiene ilusión por alcanzar algo, difícilmente tendrá la voluntad preparada para la lucha.
4.- Tener unos objetivos claros, precisos, bien delimitados y estables. Querer es pretender algo concreto y renunciar a todo lo que distraiga y desvíe de los objetivos trazados.
5.- Toda educación de la voluntad tiene un fondo costoso, especialmente en sus comienzos. Al igual que ocurre en el alpinismo, lo importante es dar pequeños pasos hacia arriba, ir ascendiendo en la montaña, no por grandes escaladas sino gracias a pequeños avances, al principio costosos y, después, ya más fáciles, una vez que se vislumbra el paisaje desde la cima.
6.- A medida que se tiene más voluntad, uno se gobierna mejor a sí mismo, no dejándose llevar por el estímulo inmediato. El gran reto del dominio personal conduce a que uno no hace lo que le apetece ni escoge lo más fácil, sino que se dirige hacia lo que es mejor (Aquello que le ayuda a ser más persona).
7.- Una persona con voluntad alcanza las metas que se había propuesto con constancia. Los instrumentos de la voluntad son: El orden, la tenacidad, la disciplina, la alegría y la mirada puesta en el futuro, en la meta.
8.- Es importante llegar a una buena proporción entre los objetivos y los instrumentos que utilicemos para obtenerlos: pretender sacar lo mejor de uno mismo, aprovechando las aptitudes y teniendo presente las limitaciones.
9.- Una buena educación de la voluntad es un indicador de madurez de la personalidad.
10.- La educación de la voluntad no tiene fin: El hombre es una sinfonía incompleta, no perfecta pero perfeccionable.
“Combatirse a sí mismo, es la guerra más difícil;
vencerse a sí mismo, es la victoria más bella”.