Yo quisiera decir sólo cosas buenas de la Jornada Mundial de la Juventud; sin embargo, a todos nos ayuda ser autocríticos, y la Iglesia Católica no es una excepción.
Quiero referirme en particular al lugar de estas últimas Jornadas: París (año 1997), Roma (2000), Toronto, Canadá (2002), Colonia, Alemania (2005) y el lugar de la próxima, Sidney, Australia (2008) pertenecen todas al mundo desarrollado, o industrializado, o “Primer Mundo.”
Una consecuencia inmediata de ello es que muchos jóvenes de “los otros mundos” simplemente no pueden acceder a estos eventos. La agencia Associated Press informaba así:
Según los datos de los organizadores, el 79,2% de los 415.178 peregrinos registrados son europeos, el 8,9 por ciento son norteamericanos, el 5,2% latinoamericanos, el 3% asiáticos y el 2,3% africanos, mientras los llegados de Australia, Nueva Zelanda y el Pacífico apenas suman un 1%.
El problema es complejo por varios factores:
- Es más barato viajar, por ejemplo, Nueva York – Cochabamba – Nueva York, que viajar Cochabamba – Nueva York – Cochabamba. Es más costoso en términos de precio hacer el viaje de ida y vuelta partiendo del país más pobre que del más rico. Por favor, verifiquen para el caso de sus propios países.
- El cambio de la moneda perjudica nuevamente al país pobre: convierte pesos a euros, por ejemplo.
- Es mucho más difícil, y de nuevo, más costoso, conseguir visas para entrar en los países más ricos. Los habitantes de estos países no suelen necesitar más que su pasaporte para ir a la mayor parte del mundo. Los de los países menos favorecidos tienen que pagar más, y son rechazados en un porcentaje que puede ser alto. Si son rechazados, el dinero invertido en tratar de lograr sus documentos no será devuelto. Sobre este asunto los países ricos arguyen que después de la Jornada de Toronto muchos jóvenes de Latinoamérica y Africa se quedaron en Canadá, incluso ilegalmente.
Queda planteado el tema. No hay soluciones sencillas pero ¿no sería interesante que esto se mencionara incluso durante el curso del evento?
Yo habÃa pensado lo mismo al respecto. Pareciera que tales Jornadas estuvieran encaminadas principalmente a tratar de “sacudir” a la juventud de los llamados paÃses ricos. ¿Será que la de los paÃses menos “desarrollados” la juventud ya está despierta y no consideran que sea merecedora de asistir a estas jornadas?. Sin querer ser demasiado crÃtico, puedo percibir que generalmente el apostolado, tanto de J. P. II como de Benedicto XVI se ha centrado en las preocupaciones y necesidades propias de los cristianos de esos paÃses privilegiados.
De hecho, si desenrollamos la historia, esa ha sido la constante. Sólo que tal vez nunca, como ahora, el catolicismo se habÃa centrado numéricamente hablando en los paÃses del área latinoamericana. ¿Sabemos que más de la mitad de los católicos del mundo habla español o portugués?.
No es una cuestión de reivindicar territorio, pero sà es bueno llamar la atención al respecto.
Se dirá que, como la parábola del Buen Pastor, este dejó las 99 ovejas que estaban en el redil para buscar la centésima que se habÃa perdido… Pero… ¿Será que esa mayorÃa de católicos que habla español o portugués son en verdad parte integrante del redil?.