Costumbres y religiosidad
Apenas es posible hacer afirmaciones generales sobre un conjunto de grupos indios tan diferentes. Según parece, generalmente los chibcha no conocieron el vestido, fuera de algunos taparrabos, y eran en cambio aficionados a los tatuajes, collares y pectorales, orejeras y narigueras. Los jefes indígenas tenían una gran autoridad, y ellos, lo mismo que los guerreros más destacados y la casta de principales, tenían muchas mujeres y muchos esclavos. No eran raros los matrimonios con hermanas o sobrinas, y tampoco lo eran los abortos provocados, pues las casadas no querían cargarse de hijos demasiado pronto.
El claretiano Carlos E. Mesa, colombiano, a quien principalmente seguimos en su estudio sobre las Creencias religiosas de los pueblos indígenas que habitaban en el territorio de la futura Colombia (111-142), que se apoya en las informaciones de Gonzalo Jiménez de Quesada (1510-1579), el conquistador de Nueva Granada, y del santafereño Fernández de Piedrahita (1624-1688), obispo historiador, así como en las antiguas crónicas del dominico Alonso de Zamora y del franciscano Pedro Simón.
Los chibchas tenían cierta idea de un dios superior, invisible y omnipotente, aunque también daban culto al sol, por su hermosura, a la luna, que consideraban su esposa, y a numerosos dioses subordinados, señores de las lluvias y de los fenómenos de la naturaleza. Tenían también memoria de héroes legendarios, que dieron origen a las costumbres y ceremonias, a los diversos oficios y artesanías.
Quizá el más importante de ellos es el mito de Nemqueteba, hombre blanco de largas barbas, venido del oriente a comienzos de la era cristiana, y que fue una especie de evangelizador misterioso, al estilo del Quetzalcoatl mexicano. Por lo demás, tenían estos pueblos una cierta idea de que la suerte de los difuntos era diversa después de la muerte, según la conducta que habían tenido en este mundo.
Julio César García opina que «uno de los aspectos más sobresalientes de la cultura chibcha fue su religión, tanto por sus creencias y concepciones elevadas como por lo formal de su culto» (+Mesa 116). En efecto, la multiplicidad de sus pequeños adoratorios, así como la importancia de los sacerdotes y de las fiestas religiosas, aproximan más la religiosidad chibcha a la de incas o aztecas, que al precario animismo mágico de otras etnias americanas más primitivas.
El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.