Ayer fue un día con una extraña combinación de sentimientos.
Muchas cosas alentadoras, por un lado; una noticia triste por el otro. ¿Por dónde empezar?
Quizás por lo triste. Ha fallecido la mamá de uno de nuestros profesores más queridos, Jim Corkery, SJ. Jim me hablaba de su mamá no hace mucho y de cómo vivía él cada comunicación con ella: no en una exhuberancia de sentimientos, porque no es su estilo ni tal vez es el estilo de esta tierra y de su comunidad, pero sí en una conciencia muy bella de cuánto importaban las pequeñas cosas que una madre siempre tiene para contar y las pequeñas preguntas que ocupan la mente y el corazón de todas ellas.
Seguramente Jim nunca leerá estas palabras. Pero yo sé que hay decenas de personas que las leen. A todos pido oración por el eterno descanso de esta dama, que le regaló un sacerdote al mundo, y pido que nos unamos en la plegaria para que Dios consuele a la familia y a los amigos.
Hay noticias buenas, dije al principio.
Ayer tuve una entrevista clave con Kevin O’Really mi profesor de Leyendo a S. Tomás. Una experiencia hermosa por donde se vea: lo académico, lo humano, lo espiritual y también… el inglés. Gracias, Señor Dios.
Por la tarde fui con Fr. Eaman, un diácono dominico que vive en Tallaght, a conocer una biblioteca-museo, la Cheaster Beatty, en el corazón de Dublín. Otra experiencia significativa, en un plano distinto. Fuimos con los compañeros de estudio de Eaman, lo cual hizo posible disfrutar mejor la biblioteca en un tour guiado. El fuerte son los manuscritos antiquísimos de tres de las grandes religiones del mundo: budismo, islamismo y cristianismo. ¿Lo más impresionante? Un pergamino de mediados del siglo segundo de nuestra era, que contiene un fragmento del evangelio de Juan. ¡Como para llorar de gratitud y de gozo! ¡Cuánto camino ha recorrido esa bendita palabra y Palabra hasta llegar a mi alma necesitada!