El viaje a Madrid fue puntual y placentero. Por cierto, el primer vuelo que me toca con el nuevo estilo de venta abordo. Nada de pasabocas o comida gratis: si quieres algo, lo compras. Iba con sed, y hube de pagar 1.50 euros por una lata de 7Up. La entrega de las maletas bastante demorada, pero el proceso de inmigración muy ágil, simplificado al máximo. Eso fue agradable. El límite de 20 Kg de equipaje en bodega se va generalizando, de modo que hay que ser parcos para no pagar excesos de equipaje.
Gratísimo encontrar a Mauricio y a María. Con ellos pasé el resto del día. Una buena cena española (a las 10 pm, que resultó ser “muy temprano” para cenar) y algo de visitar en el “coche” los más conocidos lugares de Madrid, sin olvidar una lágrima y una oración en Atocha, lugar del atentado espantoso del 11 de marzo pasado. Le doy gracias a Dios por haber podido visitar ese lugar y haber renovado mis sentimientos de solidaridad y cercanía con los que allí perdieron tanto en tan poco tiempo.