Esta Casa de Retiro tiene bastante uso, gracias a Dios, aunque no deja de preocupar que casi invariablemente los ejercitantes sean mujeres, religiosas y de edad más bien avanzada.
Durante estos días, de hecho, hemos compartido la casa con dos grupos diferentes que están en sus respectivos retiros. En ambos casos se ha tratado de ejercicios espirituales ignacianos dirigidos por sacerdotes jesuitas. Yo, ni corto ni perezoso, he aprovechado también para confesarme con alguno de estos reverendos padres, añadiendo ciertamente trabajo al que ya tienen. Ambos predicadores me han dejado buena impresión.
También he tenido otro predicador personal: el P. Kermel, capuchino, que dejó grabadas unas predicaciones en EWTN. Las he bajado de Internet por su calidad de enseñanza y por practicar inglés.