Además de ese baño de historia y de cultura que significa poder estar unos días en Roma, he venido aquí para indagar asuntos puntuales de mi disertación doctoral. El primer capítulo de la (futura) tesis será sobre la unidad de la forma substancial del ser humano, según Santo Tomás, y está claro que pocas bibliotecas en el mundo entero tienen el acervo monumental del Angelicum, nombre con que es conocida la universidad de nosotros los dominicos en Roma. Centenares de miles de libros y millones de artículos son una mina inagotable para investigadores y estudiantes de diversas nacionalidades y culturas.
Ahora bien, el verano es tiempo de relativo reposo para el Angelicum, lo mismo que para muchos centros de estudio en Europa. Cosa comprensible porque el calor sube día por día y las temperaturas danzan en torno a los 40 centígrados.
Vaya desde aquí el agradecimiento al Hno. Saúl Hernandez, hijo de nuestra Provincia de Colombia, que vive y trabaja en el Angelicum, y que me ha apoyado con fraterna alegría en estos días en Roma.