De nuevo en casa, el desorden de mi habitación alcanza límites insospechados de caoticidad (¿existirá esa palabra?). Pero más que eso, lo que vivo es la alegría de ver de nuevo a los hermanos. Creo que día a día voy sintiendo más cercanos a mis queridos frailes irlandeses. El tiempo, las experiencias compartidas y un poco de más fluidez en el idioma van haciendo la obra.
Entretanto voy reuniendo algunas reflexiones sobre tantas cosas observadas y vividas en este viaje. Quiero poner en orden unos pensamientos sobre esta Europa y lo que siento que el Señor me muestra sobre la en esta parte del mundo, porque sólo hay una mirada que prevalecerá sobre toda mirada y una palabra que abarcará a toda palabra. Esa mirada y esa palabra vienen del Dios Altísimo, el único que reina por los siglos, cuyo imperio no se detiene, cuya gloria nadie arrebata, cuyo poder jamás se agrieta, cuya luz nadie puede detener.