Escuela de Vida Interior, Tema 31: Orar con los salmos
* Sin oración no hay vida interior sino sólo repetición externa, y finalmente fatigosa, de esfuerzos por ser o parecer bueno. ¿Cómo aprender a orar, no sólo con la liturgia de la Iglesia, sino como parte de un modo de vida, algo que sea parte de nuestro ritmo cotidiano?
* La respuesta de la Iglesia ha apuntado con muchísima frecuencia hacia el Padrenuestro y hacia los salmos. En esta cuarta serie o cuarto capítulo de nuestra Escuela de Vida Interior queremos acudir a la enseñanza y la práctica de los salmos como un camino real de interioridad y de vida.
* Los salmos como escuela de oración tienen las más altas credenciales: tienen a su favor el hecho de ser palabras inspiradas por Dios mismo; textos que han guiado a los santos; expresiones variadas de prácticamente todos los estados de ánimo y situaciones en que el creyente pueda encontrarse; balance perfectísimo entre la expresión de la fe comunitaria y la fe personal.
* Pero los salmos son también una oración que puede causar perplejidad a algunos:
(1) Pertenecen a un mundo que es culturalmente muy distante del nuestro: lugares, nombres y prácticas nos resultan distantes.
(2) Expresan a veces sentimientos que riñen con lo que uno considera edificante o ejemplar.
(3) Ponen el acento o insisten mucho en elementos propios de la Antigua Alianza, como la Ley, el templo, o el rey.
* Hay respuesta a estas inquietudes:
(1) Lo mismo que al conocer a una persona nos vamos familiarizando con los nombres y lugares de su historia, también con los salmos, y con la Biblia en general. A medida que perseveramos, lo que era extraño se hace al final cercano y significativo.
(2) La dureza de sentimientos que aparece en los salmos es en primer lugar un espejo que nos ayuda a ver la realidad de lo que sentimos y que a veces tendemos a disimular o reprimir. Y luego, lo que hemos de hacer es descubrir la aplicación espiritual de esas palabras. Los enemigos a derrotar, en nuestra perspectiva, no son ya hombres o pueblos sino pecados y demonios.
(3) Siguiendo la dinámica que va del Antiguo al Nuevo testamento, más que rechazar las imágenes propias de la Alianza antigua, hemos de verlas como figuras y anticipaciones de la novedad que sólo llegó con Cristo. por ejemplo: Él es el verdadero templo; su Espíritu es la Nueva Ley, y así sucesivamente.
* * *
Este tema pertenece al Capítulo 04 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 04 se está publicando aquí:
La serie de TODOS los temas de esta Escuela de Vida Interior está aquí: