El mejor homenaje: recordar su estilo directo de auténtico jesuita
«Anécdotas de una vida apostólica», su último libro. – El sacerdote jesuita Jorge Loring ha muerto con 92 años en el día de Navidad de 2013. Deja un rico legado de anécdotas como predicador itinerante y evangelizador con libros, vídeos, grabaciones de audio y televisión.
Muchas de ellas las cuenta en su último libro autobiográfico Anécdotas de una vida apostólica (Ediciones De Buena Tinta) y marcan la fuerza de un persona lleno de simpatía pero que no cedía nunca al “qué dirán” ni lo “políticamente correcto”. Recogemos algunas en sus propias palabras.
1 – Encuentro con Anthony de Mello: “Lo que tú dices me huele a budismo”
»En una ocasión hice un cursillo con Tony de Mello en la Casa de Ejercicios La Inmaculada del Puerto de Santa María. Estaba enseñándonos a reconcentrarnos para hacer oración. Yo le dije públicamente:
»—Mira, Tony, yo para hablar con Dios no tengo que perder una hora notando el aire que me entra por la nariz al respirar, o las palpitaciones del corazón en el dedo gordo del pie. Yo entro en la capilla, me pongo de rodillas, y antes de un minuto estoy hablando con Dios. El Dios cristiano es un Padre cercano. Lo que tú dices me huele a budismo.
»Hace algún tiempo la Congregación para la Doctrina de la Fe de Roma puso reparos a la doctrina de Tony de Mello.
2 – A Antonio Gala, sobre la homosexualidad
»Conocí a Alfonso Ussía en Comillas. Yo le llevaba la Comunión a su suegra. Varias veces me invitó a comer en su casa. Un día estando yo en Madrid me llama por teléfono para invitarme a cenar. Había invitado también a Antonio Gala.
»No pasó mucho tiempo y salió el tema de la homosexualidad. Gala la defendía como una forma distinta de sexualidad, pero tan natural como la otra.
»Yo le dije: —Mira, el ser homosexual no es pecado. El que nace homosexual es tan responsable de ello como el que nace bizco o tartamudo. Pero tiene que vencer su tendencia lo mismo que el heterosexual que le gusta su vecina casada.»
3 – El demonio y el infierno… y unos incrédulos
»Una de las entrevistas televisivas de las que salí más contento fue en la televisión vasca: ETB. El programa era sobre la existencia del demonio. Yo tenía enfrente un médico, un catedrático, un periodista y un científico. Todos contra mí. […]
»Una de mis respuestas que arrancó del público asistente uno de los mayores aplausos fue cuando uno de ellos dijo:
—La existencia del demonio es un invento de la Iglesia para asustar a la gente y dominarla.
Y yo le contesté:
—La Iglesia no pretende asustar a nadie, sino instruir, informar de la verdad. Si la riada se ha llevado un puente, la autoridad local pone en la carretera un gran letrero: «Carretera cortada. Puente hundido». No para asustar, sino para avisar. Pero llega un listillo: “¿Quién habrá puesto ese cartel amenazador? A mí nadie me asusta con carteles terroríficos”. Muy bien. No hagas caso. Sigue a 120 por hora, y cuando llegues al río, ¡al agua!
4 – El auditorio más insólito: hombres desnudos
»El auditorio más insólito que he tenido en mi vida fue éste: hablar a hombres desnudos.
» El hecho fue así: estaba yo dando una semana de conferencias en una mina de Asturias. Hablaba al aire libre. Un día estaba lloviendo. El jefe de Personal me dice que no tienen local cubierto para dar la conferencia, a no ser que quiera hablar en las duchas. Le contesté que no tenía inconveniente.
» Las duchas eran un local grande, con muchas alcachofas donde todos se duchaban comunitariamente.
De la mina salían negros. En un rincón me pusieron una tarima, me subí en ella y les hablé mientras se duchaban. Todos callados. No se oía más ruido que el agua que caía de las alcachofas. Se notaba que estaban escuchando.
»No cabe duda que un auditorio así es algo insólito. Pero yo me acordé de lo de San Pablo: hay que predicar a todas horas y en todas las circunstancias.»
5 – Masones yanquis: “Cura peligroso: hay que cepillarlo”
»Estaba yo dando conferencias en Nueva York. Un día me invitan a hablar por televisión. En Estados Unidos tienen una costumbre muy práctica. Aquí en España, cuando hablas por televisión, ponen debajo tu nombre.
En Estados Unidos ponen tu nombre y tu teléfono. De este modo todo el que esté interesado en lo que dices, puede llamarte.
»Después de mi intervención televisiva me llovieron las invitaciones para tener conferencias por distintos sitios. Una de ellas fue una voz femenina, muy dulce. Yo pensé que sería una monja: —Padre, ¡qué lindo! ¿No podría Vd. venir a hablarnos a nosotros?
»Yo pensé que sería un colegio de monjas. Fijamos el día y la hora en que vendrían a recogerme. Llegó el momento y vino un matrimonio en un gran coche. Yo pensé que eran padres de familia del colegio. Vamos por el camino hablando de cosas intrascendentes, sin hacer alusión a dónde nos dirigíamos. Cuando paró el coche me quedé de piedra.
»En la puerta había un gran letrero que ponía: Logia Masónica del Valle de Nueva York.
»Lo primero que pensé: “Me han secuestrado. Me han visto en televisión y han dicho: ´Cura peligroso. Hay que cepillarlo´”. En mi casa nadie sabía dónde había ido. Solamente que había salido para una conferencia. Yo desaparezco y ya me pueden buscar por todo Nueva York, que no me encuentran. Con la rapidez del pensamiento en esos momentos, lo primero que se me ocurrió es salir corriendo. Pero no lo veía bien. Me quedé y me dije: “Sea lo que Dios quiera”.
»Pues no pasó nada. Un gran salón lleno de señores muy correctos que al final me hicieron muchas preguntas. Pero ninguna hostil ni con mala idea. Y es que los masones americanos no tienen la agresividad anticatólica, que hemos conocido en España durante la república.»
El padre Loring en una de sus conferencias en la Empresa Nacional Bazán de San Fernando, Cádiz.
6 – Para salvarte en hebreo
»La traducción al hebreo la ha hecho un judío, converti- do al catolicismo en Palma de Mallorca, a quien mi libro le ayudó mucho a su conversión, y que lo utiliza en Israel para ayudar a los judíos que quieren convertirse.
7 – En la Guerra Civil con 14 años
» En el verano de 1936, durante nuestra guerra civil, asesinan a mi padre en Madrid. Tenía 46 años. Mi madre quedó viuda a los 36 años con ocho niños y arruinada: nos quitaron todo. Aunque yo sólo tenía 14 años, como era muy alto, varias veces estuve a punto de que me enviaran al frente para defender Madrid. Incluso, en una ocasión, de que me fusilaran.
»Un día se presenta en mi casa un señor, que no conocía- mos de nada, y le dice a mi madre:
—Su hijo Jorge corre peligro en Madrid. Si Vd. quiere yo lo paso a la zona nacional.
»Mi madre estuvo dudando de dejarme ir solo con 14 años, pero ante el peligro mayor que tenía en Madrid, me dejó marchar. Me fui a Valencia, allí me embarqué en un barco mercante francés a Marsella, y en tren a Hendaya. De allí pasé a Irún, y en tren, por Mérida y Sevilla llegué a Málaga a casa de unos primos.»
8 – Una vocación razonada
»Las razones en que fundamenté mi vocación son éstas: (1) La felicidad del hombre está en servir al prójimo; (2) Si yo me pongo al frente de la fábrica de mi padre podré dar trabajo a varios centenares de familias. (3) Pero si me hago jesuita ayudaré a salvar almas, lo cual es muchísimo mejor. (4) Lo más grande que puedo hacer en la vida es colaborar con Cristo a la salvación de las almas. […] (5) »En los años sucesivos de mi marcha al noviciado, se fueron marchando religiosas cinco de mis hermanas, y el último mi hermano Jaime, que también es jesuita. Somos siete hermanos religiosos. Sólo se casó la más pequeña, Carmina, que se quedó con mi madre.
[Publicado primero en Religión en Libertad.]