El científico dice: “la estrella se ve” o “la estrella no se ve.” El poeta dice: “Tímida, la estrella se asoma.”
El técnico dijo: “Ese coche ya no funciona más; hay que venderlo por chatarra.” El poeta replica: “El camino… ¡cuántos caminos! se han agolpado en las entrañas de mi coche; ebrio de vida y de historia, necesita por igual del sueño y de la lucidez del recuerdo.”
El computador dice: “Se ha llenado este disco duro. Borre archivos o conecte un disco de mayor capacidad.” El poeta comenta: “Cada nuevo recuerdo, es un nuevo huésped de mi alma. Los demás salen a recibirlo y las historias del recién llegado a todos entretienen.”
El médico pragmático anuncia: “El paciente está en coma irreversible, y es cosa que debemos asumir. Punto.” El poeta dice: “Aguardad un poco, que aún no se sabe si es un punto o un punto y coma.”
El negociante de la bolsa dice: “¡Es hora de comprar!” Y por la tarde dice: “¡Es hora de vender!” El poeta garrapatea: “Es hora de aprender; es tiempo de callar…”
El sepulturero dice: “Ernesto ha muerto.” El poeta escribe parsimonioso y convencido en su cuaderno: “Ernesto entregó la vida.”
El escéptico dice: “Mira, tu semilla, la de la esquina del jardín, se murió.” El poeta reclama: “¿Y ya viste cómo en esa esquina hay un brote nuevo donde ella estaba?”