La noticia omnipresente de ayer en Europa: nuevo avión, el más grande del mundo, el A380, con una capacidad de 555 pasajeros.
Es noticia porque nunca una nave aérea que transporta ha transportado tantos seres humanos al tiempo. Es noticia también por toda la tecnología que implica mover este edificio de cientos de toneladas y hacerlo planear en el aire. Pensemos en que la sola pintura del avión pesa casi media tonelada.
Y sin embargo, es noticia sobre todo porque la única competencia en el mundo, en lo que respecta a hacer aviones es la gigante norteamericana Boeing. De lo que se trata aquí es de una batalla tecnológica y comercial; sobre todo comercial.
La apuesta de Airbus es: grandes aviones que vayan a los centros de conexión internacionales (hubs). La apuesta de Boeing es: aviones medianos y ágiles que vayan de un destino directamente a otro, sin pasar por los hubs.
En este momento nadie sabe qué empresa ha hecho la apuesta correcta pero las palabras del Primer Ministro Británico son elocuentes: ha hecho un gran elogio de la industria británica, de la unión entre los países de Europa y de la señal de solidez económica que implica producir aviones de tal tamaño. Se entiende todo lo que va detrás de este gigante del aire.