Esta sección la he desarrollado a partir de un artículo en Lifehack y algunas referencias al trabajo clásico de Francis Bacon. Por supuesto, el tema es amplísimo y lo que aquí recojo trata de destacar solamente lo que veo suceder con más frecuencia.
Hay el chiste del hombre ya anciano que asistía a una procesión muy concurrida, de alguna advocación de la Virgen María, y de pronto grita: “¡No empujen, no empujen, que yo me caigo solo!”
Algo así nos suele suceder en el ámbito del razonamiento, o de la búsqueda de la verdad, en general: hay errores de método a los que llegamos a acostumbrarnos tanto que vienen a resultar más fácil equivocarse que acertar. Revisemos algunos de los más comunes.
Preferimos confirmar lo que ya sabemos
Problema: Uno prefiere aquella información que confirma lo que uno ya sabe y presta menos atención a aquello que cuestiona lo ya sabido o revela su insuficiencia.
Causas:
- Comodidad en lo que uno ya sabe y pereza para estar aprendiendo todos los días.
- Sensación de seguridad en lo ya conocido.
Soluciones:
- Reconocer el problema. Pillarse uno a sí mismo cayendo en este sesgo.
- Tomar una actitud más resuelta en cuanto a buscar la verdad y lo verdadero. Mirar la verdad más como un camino que como un lugar.
Los que me caen bien deben estar diciendo la verdad
Problema: Los gustos y disgustos tienen su parte en el pensamiento. Oímos con un prejuicio a favor a aquellos que nos caen bien y con un prejuicio en contra a los que nos caen mal.
Causas:
- Uno quiere sentirse más fuerte creando equipo, haciendo partido. La unidad de opiniones es muy coherente con la unión de afectos y por eso uno quiere a toda costa fortalecer la unión con aquellas personas que siente compatibles.
- Los gustos son un indicativo fácil, que no requiere mucho esfuerzo.
Soluciones:
- Hacerse la pregunta opuesta al gusto. Por ejemplo: “Tal persona es fastidiosa e intrigante, pero ¿qué de lo que dice es verdad? ¿Es que acaso todo, absolutamente todo lo suyo está errado?” O igualmente: “Tal otra persona ha sido siempre mi amigo, pero ¿son acertadas todas sus opiniones?”
- Huir del chisme y la murmuración. Sin excepción. Recordar el viejo dicho: “El que contigo habla de los defectos de otro, con otros habla de tus defectos.”
La falsa lógica de la retrospectiva
Problema: Cuando uno revisa hechos ya sucedidos tiende a pensar que todo tenía una lógica o inevitabilidad que en realidad no es cierta.
Causas:
- Es muy fácil “predecir” lo que ya sucedió, y así uno queda como un experto.
- Los factores que finalmente no tuvieron peso suficiente para producir el efecto final son como “perdedores” y uno prefiere no dar demasiada importancia a los perdedores.
Soluciones:
- Reconocer el problema. Observar en sí mismo y en los demás con cuánta facilidad “pontificamos” sobre los hechos ya sucedidos.
- Aprender a preguntar en torno a los detalles. Ver cómo muchas veces evolucionan grandes efectos a partir de causas que en su momento parecieron casi despreciables.
Ver patrones y esquemas donde no los hay
Problema: Uno tiende a asociar hechos simultáneos o concomitantes como si estuvieran ligados causalmente o gobernados por alguna ley peculiar.
Causas:
- Al fin y al cabo, el papel de nuestra mente es buscarle un orden al mundo. En esa búsqueda es fácil y casi natural que hagamos todo tipo de asociaciones. Un ejemplo típico son las supersticiones: “Cruzó mi camino un gato negro y eso arruinó mi día…”
- Somos perezosos, y sucede que la investigación de las causas de las cosas requiere esfuerzo y tiempo.
Soluciones:
- Pensamiento crítico, al estilo del método científico: empezar por dudar de una respuesta, especialmente si ella parece tentadoramente cómoda.
- Tratar con sentido del humor las asociaciones muchas veces graciosas que hemos hecho en otras oportunidades.
La tiranía de lo más reciente
Problema: En el análisis de largas series de datos tendemos a dar excesivo peso a lo más reciente como si por esa sola razón tuviera un mayor efecto en el resultado final.
Causas:
- Lo más reciente lo sentimos siempre más cercano y por eso su impacto es subjetivamente mayor.
- En la búsqueda de patrones y esquemas lo más útil e influyente es lo más reciente porque es lo que tiene alguna probabilidad de hablar sobre el futuro próximo.
Soluciones:
- Recordar que todo fue “reciente” en su momento.
- Dar mayor importancia a lo que aparece más veces no a lo que aparece de último.
El efecto de la primera impresión
Problema: Cuando uno entra en un campo no conocido, da demasiada importancia a lo primero que le sucede, y suele juzgar lo que sigue a partir de esa primera impresión. Cuando se trata de series de datos uno tiende a tomar como ancla lo primero que le dicen y gira en torno a ello.
Causas:
- Construimos nuestros conocimientos por agregación; es casi inevitable que suceda que lo primero que llega se convierte en fundamento de lo que sigue.
- La pereza nos retiene en lo que ya sabemos y nos frena de cuestionar lo antiguo o aprender lo nuevo.
Soluciones:
- Hacer memoria explícita de cuántas veces nos hemos equivocado juzgando a la gente por una primera impresión, sea ella positiva o negativa. Al fin y al cabo muchas personas viven con una máscara o fachada que no corresponde a la realidad.
- Reactivar la imaginación: hay muchos puntos de partida, y no necesariamente hay que quedarse “anclado” en lo que a uno le han sugerido. Es lo que llaman “thinking out of the box.”
Juzgar por los casos extremos
Problema: Cuando una persona tiene un éxito muy sobresaliente o comete un error muy degradante tendemos a pensar que ese es “el verdadero ser” de esa persona. Esto tiende a pasar en relaciones donde hay afecto de por medio, como decir cuando discute una pareja y alguno toma las palabras más insultantes del otro como la genuina y verdadera expresión de lo que el otro siente.
Causas:
- Juzgar por extremos es cómodo porque le evita a uno toda la tarea de matizar los propios pensamientos.
- Juzgar por extremos permite desfogar más fácilmente las pasiones, sean de admiración o de rencor, y esa especie de desahogo sirve también de arma para influir en la otra persona o dado el caso atacarla.
Soluciones:
- Recordar con claridad los juicios erróneos, sean ilusos o injustos, que hemos cometido o que otros han cometido contra nosotros por estar juzgando con base en extremos.
- Leer libros de historia o en general biografías. Descubrir que ninguna faceta o episodio de la vida de alguien atrapa todo el misterio de esa vida.
Sobreestimar el propio juicio
Problema: Muchos juzgamos de las propias cualidades calificándonos como mejores de lo que en realidad somos. Ejemplo típico: se ha determinado que el 80% de los conductores consideran que están en el grupo del 30% de mejores conductores.
Causas:
- Lo que sabíamos: a todos nos tientan la vanidad y la soberbia.
- Especialmente cuando se trata de determinar en dónde está la causa de los problemas uno tiende a absolverse, considerarse el bueno, y concluir que los ineptos son los demás.
Soluciones:
- Pillarnos a nosotros mismos en actos de soberbia. Hacer el esfuerzo de mirarnos “desde fuera.”
- Apreciar de modo especial a los amigos, o incluso enemigos, que nos hacen ver nuestros errores y límites. Ver tales revelaciones como un regalo que en últimas viene de Dios.
Juzgar una persona por una opinión
Problema: Cuando escuchamos a alguien sostener una determinada opinión fácilmente pensamos que sus palabras retratan todo lo que sabe y lo que cree. Por ejemplo, pensamos que quien es conservador en lo político lo será en lo económico, en sus valores, en su concepto sobre el mundo.
Causas:
- Es sencillo y cómodo para la mente generalizar. Las “etiquetas” que ponemos a las personas nos ahorran el esfuerzo de tener que conocerlas en todos sus matices.
- Es fácil perder la perspectiva sobre las circunstancias que la gente está viviendo cuando dice algo.
Soluciones:
- Hay que hacerse más preguntas. Aquí vale lo dicho sobre la primera impresión
- Recordemos cuántas veces nosotros mismos hemos sido mal juzgados a partir de unas cuantas palabras que debían ser entendidas únicamente dentro de un determinado contexto.
Las listas que cada uno hace
Problema: Por temperamento, por circunstancias ajenas o nosotros, o por inducción de otras personas, es frecuente que uno haga “listas.” Por ejemplo, hay personas que llevan cuentas de las veces que les han rechazado o insultado, o hay personas que llevan cuenta de sus éxitos académicos. La tendencia de uno es dar mucha importancia a la lista que uno está haciendo y menospreciar, descartar u olvidar los hechos que van en contra de esa lista. El que se fija en cuántas personas lo rechazan difícilmente podría recordar cuántos le han acogido bien, y lo mismo pasa en otros campos.
Causas:
- La confirmación de la autoimagen se simplifica extraordinariamente cuando uno hace listas. Tal simplicidad, sin embargo, cae en el peligro de descuidar grandes porciones de verdad.
- A uno le gusta sentir confirmada la propia opinión, y una lista es un modo de lograr ello.
Soluciones:
- Cuando te descubras “haciendo listas” obliga a tu mente a hacer la lista contraria, con serenidad y mente abierta.
- Mejora la calidad de tus listas. Uno tiende a hacer más listas negativas que positivas, acaso porque es cóodo sentirse víctima y echar la culpa de todo al resto del universo.