65.1. En todo tiempo aquellos que han anhelado la más plena libertad han querido desprenderse del tiempo, y en todo lugar aquellos que han pretendido la más perfecta libertad han tratado de irse más allá de todo lugar. No siempre las palabras que expresan estas ansias de liberación suprema han sido las más apropiadas. Así por ejemplo, los que hablaron del cuerpo como “cárcel” del alma describieron con acierto la fuerza de este impulso interior, pero suscitaron confusión sobre el hecho de que lo corpóreo tiene su origen en el mismo Dios que es único Creador de todo “lo visible y lo invisible,” según ha enseñado varias veces la Iglesia en solemnes y augustos credos.
65.2. No es fácil decir en palabras humanas lo que significa esta aspiración intensísima de libertad. Cuando el hombre va de un lugar a otro y descubre que en todas partes sucede más o menos lo mismo; cuando pasa de una edad de su vida a otra, o peor aún, cuando revisa la Historia de sus congéneres y descubre con desazón que la Humanidad ha sido siempre más o menos la misma, cuando esto sucede, ¿qué palabras humanas serán suficientes para describir lo que nace en el corazón? Es algo como el deseo de no estar en ningún sitio, y sin embargo no se identifica simplemente con el ansia de la nada. Es algo como el intento de suprimir la sucesión de las horas y los tiempos, y sin embargo no equivale al deseo de la muerte.
65.3. Hay otro aspecto en esta cuestión. No sólo los espacios y los tiempos, también las personas cansan. Agota de las personas humanas la repetición de los mismos patrones, es decir, la comprobación exasperante de que el egoísmo, la venganza, la envidia, la obscenidad, y tantas otras lacras se encuentran una y otra vez en hombres y mujeres. Ya se ve aflorar estas hierbas malditas en los niños, no parece que se libren de ellas los jóvenes, y los ancianos mueren sin haber conseguido exterminarlas más bien a veces parece que acabaran sus días anulados y aplastados por ellas.
65.4. ¡Cuántas veces te he invitado a la alegría! No se me oculta, sin embargo, cuántos enemigos ella tiene. No hay alegría sin novedad, pero ¿qué novedad puede haber si todo el mundo resulta tan semejante, tan terriblemente semejante? Por las calles tú oyes y yo oigo el monólogo estéril y triste de hombres huraños y mujeres solitarias. Van solos, con la soledad del mundo; son los anacoretas y las ermitañas de la religión de Baal. Comen su pan acompañados de sus sueños, que luchan contra sus lágrimas. Caminan entristecidos en busca de libros que enseñen a sonreír. Juegan a ser importantes, pero cada noche sienten que la farsa ya es demasiado larga. Ríen a carcajadas ante el mundo y lloran a gritos sus amarguras cuando están solos. Pueden ofrecer su cuerpo, o mejor, negociar con él, pero no pueden poseerlo, ni darlo, ni acoger el cuerpo de sus semejantes. Nunca se sienten más hipócritas que cuando tienen que expresar un sentimiento, porque sólo les quedan a mano las emociones enlatadas y las frases ya hechas. Duermen queriendo morir, aunque despiertos temen la muerte. Gracias a sus lecturas están informados de lo que ya sabían: que el mundo es triste, que todo el mundo es igual al mundo que conocen, y que cambiarlo cuesta demasiado dinero, ese dinero que sólo tienen las personas que ellos admiran, aunque ellas tampoco son felices.
65.5. Mira a tus hermanos y compadécete con amor de ellos y de ti mismo. Viven tensionados entre la urgencia de estar despiertos, para no ser utilizados, y la necesidad de dormir, para descansar de tanto engaño. Lúcidos y vigilantes para ganar un dinero que luego perderán ebrios y embotados. Hábiles para mentir a su conciencia y para ponerle precio a todo; expertos en aplazar las preguntas fundamentales y en ocultar con baratijas la entrada a las minas de la sabiduría.
65.6. Hombres en perpetua huida de sí mismos, prontos a celebrar la nada y a entronizar la vanidad, ¿qué destino les aguarda? En verdad te digo que, si no encuentran el suelo firme del amor de la gracia que Dios les ofrece, terminarán por hacerse una casucha en el país del hastío y no tendrán otro credo ni otra certeza que la amarga y enloquecedora seguridad del final y de la catástrofe postrera e irreversible.
65.7. En último y ridículo combate con lo que llamarán su “destino,” intentarán conjurar el fantasma de la muerte presenciándola, provocándola, incluso gustándola. Guiados por Satanás, entregarán sus mentes a los demonios para ser estrujados y destrozados, de modo que el anhelo de felicidad, al que no se pudo saciar, por lo menos desaparezca aniquilado. Engendros espantosos, serán como imágenes corpóreas de la fealdad del infierno. De entre ellos, un príncipe siniestro, sobresaliente por su dureza inaudita y su capacidad absoluta de traición, tomará como meta única y absurda de su existencia hacer desaparecer el Nombre de Jesucristo. Entrenado primero en toda suerte de prácticas mentales, hará oración a sí mismo, y, fiado de sus poderes, ante su conciencia calcinada tomará como nombre propio lo más execrable que pueda pronunciarse: el Anticristo.
65.8 Yo hoy no te mando, no te ordeno, no te prescribo que ores. Te ruego que ores, te pido que ores; por la gloria de Cristo y por salvación tuya y por compasión a tus hermanos, te suplico que ores. Nunca dejes de orar. Nunca.
El origen del Anticristo, se parece a la busqueda de muchos catolicos de encontrar la formula para no sentir dolor, ni sufrimiento frente a las adversidades de la vida, refugiandose en otras ” filosofias de vida “como suelen llamar al Budismo donde pagan mucho denero por asistir a charlas del Dalailama y hablar de las leyes del Universo que rigen nuetro destino. Pero lo mas preocupante es saber que se autodenominan ” catolicos ” que extraen lo mejor de otros credos, para sentir una vida mas ligera.
Giovanna, ¿en qué sentido sentido se parece esta entrada del Diario, o la enseñanza católica sobre el Anticristo con una “fórmula para no sentir dolor”? ¿O lo que quisiste decir es que esta entrada del diario denuncia lo mismo que tú denuncias, o sea, que hay gente tratando de huir y refugiarse en otras filosofías de la vida”?
Lo que quise decir es que esta entrada del diario denuncia lo mismo que yo percibo a mi alrededor.