Tiempo de preparación, de esperanza, de alegría, de conversión, para recibir a Jesús con una actitud abierta al cambio.
Es la oportunidad de un nuevo encuentro con Él. Un tiempo para volver a empezar, para renovarse, para hacer un plan de vida, para tratar de ser mejores.
El tiempo en que los cristianos nos preparamos espiritualmente para celebrar la Navidad, que conmemora la primera venida de Jesús, pero que también hace que nuestra atención y nuestra esperanza se dirijan hacia la segunda venida de Él, que sucederá como lo prometió, al final de los tiempos…
Para esperar la llegada de Jesús, es necesario limpiar nuestro castillo interior, tirar lo que no le sirve a nadie, lo que nos impide ser mejores, lo que está de más.
Decora tu interior con un ambiente cálido, donde reine el amor, la comprensión, el perdón, la armonía. No malgastes tu tiempo y tu energía en tonterías, recuerda que la vida es “tiempo”.
Busca un momento para meditar, para estar en unión con Dios, para pedirle su luz como guía, para pedir por los enfermos o por la paz del mundo.
Y da lo mejor de ti para colaborar con la obra que Dios quiere realizar a través tuyo.