Espiritualidad de la Vida Apostólica. Retiro Espiritual con las Dominicas de la Inmaculada, en Cuenca (Ecuador).
Tema 3 de 12: La cruz de Jesús.
* Cristo mismo une el seguimiento y la cruz, cuando dice: “El que no toma su cruz y me sigue no puede ser discípulo mío” (Mateo 10,38). Eso indica que no hay espiritualidad cristiana si no hay referencia al misterio del amor y gracia manifiestos y otorgados en la Cruz.
* Pero San Pablo nos advierte que la cruz tiene muchos enemigos (véase Filipenses 3,18). Hay posturas erradas, aunque contengan elementos de interés y cosas ciertas. Veamos cuatro.
(1) Hay quienes piensan que lo importante es la “praxis” de Jesús: aquello que él practicó y vivió, por ejemplo: la solidaridad, la compasión, la sinceridad, la valentía, el amor a la justicia.
(2) Otros usan la cruz para predicar un mensaje de falsa resignación, manipulando y defraudando las legítimas aspiraciones de justicia en la gente sencilla.
(3) Otros creen que la cruz llegó como consecuencia del compromiso “revolucionario” de Cristo en la transformaciones de las estructuras de injusticia social.
(4) Otros, en la corriente gnóstica, pretenden que la muerte de Cristo es irrelevante porque sus enseñanzas son las que tienen un valor permanente, compartido por los grandes iluminados de todos los tiempos. Para la gnosis lo que interesa es llegar a la cumbre del saber secreto del cosmos y la existencia, y no importa por qué camino o religión uno llegue.
* Esas posturas no logran explicar por qué los evangelios nos presentan a Cristo aceptando y abrazando un sufrimiento que habla de perdón y no de venganza, desquite o revolución. Todo el texto evangélico mira hacia la “hora” de Cristo como lugar supremo de revelación, y por tanto, lo que pretenda disminuir el valor de la Cruz o lo que quiera presentar el cristianismo como puro esfuerzo intramundano es engañoso, si no herético.
* Desde el comienzo de su predicación Cristo se sitúa en el horizonte de un conflicto frontal con quienes obtenían ventajas del pecado en sus distintas formas. Aceptó la cruz en amor y obediencia como camino único para mostrar la realidad del pecado y el tamaño del amor divino. Su sacrificio es eficaz en sí mismo y no por imitación nuestra. Se hace eficaz en nosotros por gracia y mediante la fe.