Cristo Vivo. Retiro con Frailes Dominicos del Vicariato del Ecuador, en Enero de 2012. Tema 5: Contexto sobre el Reino de Dios.
* Hay tres momentos en el Antiguo testamento que resultan fundamentales para acercarnos al vigor y profundidad de la expresión “Reino de Dios.”
(1) Cuando Dios saca a su pueblo del país de Egipto, la verdad sobre el reinado de Faraón queda a la vista. Dios se revela por primera vez como rey y señor de su pueblo, y queda claro que servir a YHWH Dios es libertad. Dios libera a su pueblo por medio de Moisés, y decide preservar esa libertad por medio de las cláusulas de la Alianza, que viene a ser como celebración de bodas entre Dios y su pueblo.
(2) El tiempo de David destaca como una etapa imborrable en la memoria colectiva del pueblo elegido. David brilla por su amor y santo temor, que le lleva a cantar las maravillas de Dios y a reconocerse como miserable pecador. En el reinado de David se ve a Dios reinar porque Dios reina primero en David. En términos tangibles, el pueblo experimenta paz en las fronteras y saborea la prosperidad y la bendición. David es el rey por antonomasia y el elogio “Hijo de David” es claramente mesiánico. David fue prácticamente un caso único y aislado. La mayoría de los reyes de Israel y de Judá compiten en su infidelidad a Dios, hasta el punto que el reinado de Dios, más que en los reyes se vio despuntar en las reconvenciones y promesas de los profetas. Así sucedió hasta el tiempo del gran desastre, el destierro a Babilonia.
(3) Dios hará un nuevo Éxodo: tal es la noticia sorprendente que asoma en las profecías de Jeremías, Ezequiel y sobre todo el Segundo Isaías (capítulos 40 a 55). Una figura destaca como líder que es fiel a Dios. Se le llama el “Siervo de Yahveh.” Esta nueva victoria de Dios presenta un reinado distinto, en el que la humildad y la fidelidad tienen su casa propia.
* Así pues, cuando Cristo predica la llegada del Reino de Dios, sus palabras han tenido que resonar de modo intensísimo en los oídos de aquel pueblo. Los afectos más profundas, las esperanzas más amadas, los anhelos más extendidos se condensan en esa frase, que vendrá a ser central en la predicación de Jesús.