Guardar lo mandado
11. Primero aclararemos que las palabras “guardar” y “mandado” tienen dos significados principales: cumplir y cuidar (valorar) para la primera, y envío (regalo) y ordenanza para la segunda.
Entonces el que es discípulo, en el seno de la Iglesia, enseña en nombre de Cristo a “guardar” su Doctrina e insta a cumplir sus mandamientos:
Nuestro Señor Jesucristo resume los Mandamientos en dos: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos” (Mc 12, 29-31).
“Si quieres entrar a la vida y quieres sabiduría guarda los mandamientos” (cf.: Mt 19, 17; Si 1, 26).
“Quien guarda sus mandamientos mora en Dios y Dios en él; en esto conocemos que mora en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado” (1 Jn 3, 24).
“El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mc 8, 34).
El discípulo es aceptado y constituido por el Maestro y le sigue a Él y sólo a Él. Sin Jesús y su Espíritu no hay discípulo. El seguimiento al Maestro hace al discipulado; la conformación con Él, hace al hijo de Dios en el Hijo. Todo esto necesariamente en el seno de la Iglesia. Quien sigue a Jesús lo sigue en los superiores que Él ha asignado, no obstante en su apariencia, y por su personalidad, no lo parezca.
Cumplir los Mandamientos de Dios y de la Iglesia, cumplir con la obediencia de fe, es lo que hace al discípulo; pues quien desobedece no puede ser discípulo ni puede recibir la enseñanza ni guardarla.
[Texto original de Juan de Jesús y María.]