¿Realmente es tan unánime la negación del alma por parte de los neurólogos? ¿ya han sido contestadas estas preguntas? – Pregunta de Santiago en FRAYNELSON.NET
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Hay que distinguir la ciencia del cientificismo. Este último es una especie de fe que afirma que la única forma válida de conocimiento es la ciencia experimental. Ningún cientificista admitirá que hay alma porque entenderá el alma como una sustancia que debe ser analizada en el laboratorio, como el linfa o la sangre, y así no la va a encontrar.
Por contraste, un verdadero científico admite sin dificultad no sólo lo que la ciencia llega a conocer sino lo que la ciencia, condicionada por su propio método, no puede llegar a conocer. Un ejemplo típico es la autoconciencia, es decir, la percepción que cada quien tiene de su propio yo y de su capacidad de decidir. ¿Puedo yo tomar el lugar de quien percibe en la conciencia que otra persona tiene de sí misma? ¿Puedo entonces eso que esa persona percibe ser tratado como un “dato” a la manera que tratamos el dato de la distancia entre la tierra y el sol, por dar un ejemplo? Uno ve que la autoconciencia no es reducible a un dato porque toda percepción, incluida la percepción de cualquier dato, presupone la silenciosa compañía de la certeza de que yo estoy percibiendo. Esto muestra un límite en la pretensión objetiva del conocimiento de la ciencia. Un buen científico no tiene problemas en admitir este tipo de límites.
Por la misma razón, un auténtico científico ve que es posible hablar de conocimiento verdadero a partir de otros ámbitos, por ejemplo, a partir de la noción de “forma” que es propia de la tradición aristotélica y tomista. La forma o configuración de algo, su estructura misma y capacidad de funcionamiento, no son elementos materiales pero sí que existen. Por eso, un buen neurólogo puede y sabe reconocer la existencia del alma.