Apóstoles y santos, a pesar de todo
En los agitados comienzos de los Estados Unidos de América, una vez más la Iglesia católica mostró la inagotable fecundidad apostólica que le comunica Cristo, su Esposo. Hoy sus Obispos, dando gracias a Dios, recuerdan algunos nombres que al evocar los hechos de los apóstoles de América no deben ser ignorados. Destacaremos aquí con ellos a algunos santos.
-Santa Filipina Rosa Duchesne (1769-1852). «Nacida en 1769 en una familia de la alta sociedad de Grenoble, Francia, su padre era un jurista eminente, miembro del Parlamento». Abandonando la lujosa vida de su familia, entró en las religiosas de la Visitación a los 19 años, pero hubo de abandonar el convento y volver a Grenoble por las persecuciones de la Revolución francesa. En 1804 ingresó «en la Sociedad del Sagrado Corazón, recientemente fundada. Bajo su dirección, un grupo tomó el camino de América en 1818 para trabajar entre las jóvenes. Durante los 34 años siguientes se ocupó de la fundación de seis escuelas a lo largo del Mississippi. Pasó uno de los últimos años de su vida entre los indios potawatomi, en Kansas».
-Beata Catalina Drexel (1858-1955). Hija de un rico banquero de Filadelfia, ella también «abandonó su vida de lujo para trabajar con dos grupos de americanos que habían sufrido mucho. Entregó de su fortuna grandes sumas para fundar escuelas en las reservas indias. En 1891, después de haber pasado un tiempo entre las Hermanas de la Misericordia, fundó las Hermanas del Santísimo Sacramento, para los indios y las personas de color. Fundó alrededor de 63 escuelas, y entre ellas la que se convirtió en la Xavier University, de Nueva Orleáns, la primera universidad católica en los Estados Unidos para los afroamericanos».
-San Juan Nopomuceno Neumann (1811-60). «Seminarista inmigrado de Bohemia, fue ordenado para trabajar entre los inmigrantes de lengua alemana de Nueva York. Después de un trabajo lleno de celo como sacerdote diocesano y después como redentorista, continuó su apostolado como obispo de Filadelfia, poniéndose al servicio de las comunidades de inmigrados y fundando escuelas parroquiales, hasta su muerte, en 1860».
-Santa Francisca Xavier Cabrini (1850-1917). Nacida en Sant’Angelo Logidiano, en la región lombarda de Italia, penúltima de once hermanos, después de ser maestra, funda a los treinta años para las misiones el instituto de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón. «A Nueva York llegó en 1889, y allí trabajó entre los inmigrantes italianos, fundando orfelinatos, escuelas, cursos de doctrina cristiana para adultos y el hospital Columbus. Su obra se extendió por otras ciudades de Estados Unidos» (Herencia 530). Murió a los sesenta y siete años, después de haber fundado personalmente en diversos países 67 casas, y habiendo reunido en el Instituto unas 2.000 hermanas.
Actualmente, gracias a estos y a tantos otros esfuerzos misioneros y pastorales, de los 250 millones de habitantes de los Estados Unidos, un 40% son católicos, y un 53% se reparten en diversas confesiones protestantes.
El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.