“Ciertamente, la misión nos supera, pero el que nos envía es omnipotente y nos irá dando lo que necesitemos en cada momento. No hemos de ir a la misión encomendada con el alma achicada, con pusilanimidad, sino con el alma engrandecida, aun manteniendo la humildad de quien se sabe incapaz, pero capacitado por el Señor…”
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