La contemplación no es ni mas ni manos que poner alma y corazón en esa maravillosa oferta que Dios me hace cada día. Dios pone siempre allí su mano, y nos brinda un paisaje que jamás podrá igualar el ingenio del hombre. Ante la armonía de la naturaleza virgen y bien cuidada solo cabe agachar la cabeza, darle gracias a Dios y contemplar con emoción. (P. Juan García Inza)