Ángeles de Dios, que en las alturas del cielo veneráis al Altísimo y en los caminos de la tierra sois ministros de su providencia para con los hombres: haced nuestros corazones semejantes a los vuestros, prontos a la alabanza de Dios y al servicio de nuestros hermanos.
Por Cristo, nuestro Señor. Amén.