“En estos días en que tantos esfuerzos se hacen por salvar los cuerpos y las almas de tantos enfermos alrededor del mundo que sucumben súbitamente por la debilidad humana, no podemos dejar de recordar que la misión de la Iglesia siempre ha sido doble: curar cuerpos y sanar las almas, a imitación de Cristo, Nuestro Señor…”
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