A ti, Jesús, te alaban las naciones;
que a tu reino nos llevas,
y en ti cobra esperanza nuestra súplica,
único mediador de cielo y tierra.
Verbo de Dios, por quien todo fue hecho,
nacido de María;
Tú, la hostia pura, santa, inmaculada,
que de ofrecerse a Dios sola fue digna.
Ungido por el Padre, Jesucristo,
eterno sacerdote,
reconcilias al cielo con la tierra,
los hombres y los ángeles te adoren.
Dios de Dios verdadero, igual al Padre,
por nosotros te ofreces
en sacrificio, y mueres por nosotros,
trocando en vida eterna nuestra muerte.
Clavado en cruz, nos miras, te miramos,
crece el amor, la entrega.
Al Padre, en el Espíritu, contigo,
eleva nuestro canto y nuestra ofrenda.
Amén.