“[La formación es] un proceso integral que ayuda a vivir la fe; no solo una cosa intelectual, sino del corazón. Cuanto más la conoces y más la vives, más propicias el encuentro con Cristo y más te pones en camino a la santidad. También nos ayuda a discernir la voluntad de Dios en nuestra vida. Todo va a la par. Insistimos mucho, además, en la idea de proceso. Muchas veces nos formamos puntualmente sobre algo. Pero es importante que esté siempre, porque los itinerarios catequéticos acaban y de repente los adultos nos damos cuenta de que llevamos años sin nada similar…”
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