Quiero expresar aquí mi admiración profunda por un gran obispo de finales del siglo XVI: San Carlos Borromeo. Fue uno de los principales impulsores de las sabias medidas del Concilio de Trento. Prudente, celoso, sabio, con gran sentido de lo humano y lo divino, San Carlos sobresale como ejemplo de buen pastor.
Yo le pido a Dios que nos dé abundancia de santos pastores, que puedan hacer algo parecido sobre la base del Concilio Vaticano II. porque no son los textos por sí solos; ni los códigos de derecho ni los catecismos por sí solos, los que van a hacer la obra en la Iglesia. Son hombres y mujeres llenos de santidad.
¡Los necesitamos!