San Alonso Rodríguez supo ciertamente que Pedro Claver iba a ser un gran santo. En Mallorca, antes de separarse de él, le dió, escrito de su mano, el Oficio parvo de la Inmaculada, que toda su vida guardó San Pedro, y rezó tres veces por semana. Y le dió además un cuaderno de avisos espirituales, también autógrafo. Pedro Claver, con especial licencia de sus superiores, lo recibió como un precioso tesoro, y siempre lo llevó consigo, hasta su última enfermedad, en que lo tuvo sobre su pecho.
Merece la pena que transcribamos aquí una selección de los avisos espirituales de San Alonso Rodríguez, hecha por A. Valtierra y R. M. de Hornedo (44-45), ya que en ellos tenemos una síntesis exacta de la espiritualidad vivida por San Pedro Claver. Esto es justamente lo que él vivió:
«Para buscar la voluntad de Dios es necesario que el hombre, en todos los casos, menosprecie hacer su voluntad; porque cuanto más muriere a sí mismo, tanto más vivirá a Dios; y cuando más se purgare de el amor suyo, y amor propio, tanto más abundará en el de Dios. Y para cumplir la voluntad de Dios, es menester que el hombre le ame; porque la medida del amor será el cumplimiento de la voluntad de Dios.
«No está la perfección del religioso en tener el cuerpo cerrado de paredes, sino en tener el alma acompañada de virtudes.
«Si quiere ganar mucho y bien hablar, hable de Dios siempre y con Dios, viviendo con El a solas humildemente.
«Hablar poco con los hombres y mucho con Dios.
«Antes de salir de casa, visite a Nuestro Señor en su templo y pídale que le acompañe y vaya siempre con El.
«Nunca comer cosa dulce, ni regalada, ni otra que la necesaria para sustentar la vida: quien admite el regalo del cuerpo pierde el del espíritu, y quien se regala con los hombres pierde los regalos de Dios.
«Gócese en los vituperios y estime los baldones, por los que Cristo sufrió por él; humíllese en las afrentas, pues merece más por sus pecados.
«Medite a menudo la pasión del Señor; acuérdese en cada hora lo que padeció por él y déle muchas gracias y pídale su cruz y llévela con gusto por su amor.
«Sirva a las misas siempre que pudiere, acordándose que los ángeles asisten y sirven al Señor que allí se ofrece; mírele en el altar, como en el Calvario, y ofrézcale con el sacerdote a su Eterno Padre.
«Sea muy devoto de la Santísima Virgen, amándola y sirviéndola de todo corazón; visítela muchas veces cada día; ofrézcale todas sus obras; récele su rosario y si pudiere sus horas; y no pierda ocasión de hacerle cualquier servicio; contemple sus virtudes, y anímese a imitarlas con la gracia de Dios.
«Sea también devoto del santo ángel de su guarda y de San Ignacio, nuestro padre, ámele como hijo, venérele como a padre y ponga a ambos por intercesores para alcanzar lo que pidiere a Dios.
«Velar mucho y dormir poco; cuanto se ahorra de sueño se añade de vida y merecimientos.
«Estudiar con cuidado lo necesario y no lo supérfluo; la ciencia conveniente aprovecha, y la supérflua envanece.
«Busque en todas las cosas a Dios y le hallará y tendrá siempre a su lado».
Bajo la acción de la gracia de Dios, cumpliendo fielmente estas normas de vida, San Pedro Claver, convirtió y bautizó 300.000 esclavos negros en las Indias.
El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.