Es verdad que hay muchos que siguen distraídos o atontados y no perciben los planes que se ciernen contra sus hijos. No niego que hay ingenuos que entregan a sus niños y niñas para que cualquier drag queen o cualquier rector arcoiris los adoctrine y corrompa a gusto. Todo eso es cierto y duele.
Pero también es cierto que hay un número creciente de papás y mamás que no ven ninguna razón para regalar a sus hijos a que se los manosee emocionalmente cualquier persona. Esos papás y mamás anuncian un futuro mucho mejor, gracias a Dios. Pero la pregunta es: ¿de los que leen estas líneas, cuántos ya despertaron?