“El fenómeno del ateísmo, que hemos comentado señalando algunas de sus causas, ha dado lugar a un profundo nihilismo moral y epistemológico, o sea, antropológico. La negación de los valores tradicionales, que se desprende de la filosofía de Nietzsche, no se limita a agredir al cristianismo, sino que, en el fondo, agrede igualmente al humanismo que aquel ilumina y valoriza. La reducción de los valores a su dimensión material, que se sigue del pensamiento de Marx, supone una visión castrada de la naturaleza humana, reducida a sus aspectos mensurables o contables. En el mejor de los casos, la bien recibida mentalidad New Age, tan presente hoy en sus más diversas manifestaciones, empapada de resabios orientales panteístas, termina por agotar la esperanza humana en un horizonte mundano de inmamencia, sin más referencia a la trascendencia que la que se conserva en la cultura, en el folklore…”
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