Hace 32 años, un 2 de febrero, movido por la gracia compasiva del Señor tomé la decisión más importante de mi vida: hice mis votos en la Orden de Predicadores, conocidos como Dominicos. En medio de mis errores y deficiencias, los motivos de gratitud se acumulan en mi recuerdo y se vuelven canto jubiloso de gratitud a Dios, nuestro Padre Bueno.